| crepuscular |

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    Él era muy joven para esta mierda...

    Mientras inhala profundamente puede sentir el aroma que abunda en el aire, amargura y tristeza, un poco salado debido a las lágrimas y un poco agrio como la gota de un limón debido al desconsuelo, logrando que su lobo se inquiete un poco. Que su madre se encuentre llorando en su pecho tampoco está ayudando, lo está volviendo loco, él es un alfa, se supone que debe cuidar de ella, un instinto básico debido a que es omega.

      Lo hace retorcerse y querer gritar.

     Pero no, su vista no está centrada en dónde debería estar. Evidentemente no está mirando a su madre sollozar en su pecho, ni tampoco el ataúd siendo enterrado dónde el cuerpo sin vida y marchito de su padre yace, no, su mirada está puesta en ella, en Rin. Que nombre más peculiar, al igual que él suyo, Len. Tan sencillo e insulso, él lo repele, siempre odió su nombre, pero el de su hermana gemela tiene cierto encanto magnético, simple y sencillo, pero para nada aburrido.

      Sin embargo, él no puede oler su aroma. Ninguna esencia o feromona está siendo expulsada de ella, ni siquiera su rostro revela algo, notándose neutral e implacable, observando el entierro con ojos apagados, como si estuviera vacía. Len no lo entiende, su madre le había dicho que Rin era una omega también, pero no lo parece, mientras se ve envuelta en la penumbra crepuscular de la tarde se nota como algo más imposible de alcanzar... se nota casi irreal. ¿Está mal verse atrapado por la belleza de su hermana gemela? 

    Quizás sí, pero él no lo sabe, es la primera vez que la ve luego de nueve años.


_____


    Él los puede escuchar desde la cocina, como Rin intenta consolar a su madre, de alguna manera logra que el aroma amargo y salado disminuya un poco. Algo dentro suyo lo reprende por no ser lo suficientemente alfa como para poder calmar a su madre omega, una parte suya susurrando lo inútil y patético que es. Suspirando se recuesta por la mesa y mira hacia el techo, quizás esté así por estar en un lugar desconocido, este era territorio y propiedad de otro alfa, por más que se tratara de su padre él no ha mantenido contacto por lo que se parece más al lugar de un extraño. Logra estremecerlo y darle comezón, un zumbido en su pecho retumba debido a que se siente amenazado por el aroma extraño impregnado por los muebles.

     No le gusta.

—Creo que he logrado hacerla dormir...—una voz suave dice tras suyo y él se gira algo sorprendido por ser agarrado con la guardia baja—, um, ¿estás bien?—Ella susurra, pero no se ve alterada o abrumada por verlo perder el control como cualquier omega típico lo estaría.

    Él parpadea hasta que siente el escozor en sus ojos pasar y sabe que han vuelto a su color natural.

—Sí, perdona—se disculpa con frustración, una parte infantil e inmadura suya quiere regresar a su hogar.

—Está bien, es un lugar nuevo y extraño para ti, tu lobo debe estar errático—ella consuela fríamente mientras se mueve por la cocina y de los gabinetes saca un saquito de té junto con una azucarera y una taza de porcelana azul, él la observa con atención mientras escanea cada detalle suyo.

—No lo está—gruñe en vano, sintiéndose algo atacado, como si Rin insinuara que no se podía controlar, él puede, es un buen alfa.

—Bien, no sé si quieres hacerle compañía o descansar un poco, ha sido un día largo para todos—susurra mientras vierte un poco de agua tibia de la pava que estaba en la cocina, luego agrega dos cucharadas de azúcar y se gira hacia la nevera.

cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora