|tú|

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    Rin corrió por las desoladas calles nevadas, su respiración era agitada y en su piel podía sentir el gélido clima convertirla en un cubo de hielo. Era una idiota, se dijo mientras trataba de llegar a casa a tiempo. Era un frío veintisiete de diciembre y era su cumpleaños. Pero no solo el suyo, sino que también el de su mellizo Len. Ella tenía que verlo, pedirle perdón y decirle lo encantador que era. Tenía que encontrarle, decirle que le necesita y que ella fue quien lo alejó. Necesitaba que él le haga preguntas y así ver si podían empezar nuevamente. Estaba harta de correr en círculos y pensar en algo desconocido. Sin embargo, muy dentro suyo sabe que es su culpa, nadie le dijo que sería fácil pero que Len y ella se separaran era una completa y total lástima. 

    No quiere, piensa aterrada, no puede separarse de él. Eso la destruirá, se dice con lágrimas empañando su visión y entorpeciendo su trote.

    Pero en realidad ella sola se ha destruido hace mucho.


    Cuando llega está exhausta y cuando abre la puerta lo ve, está sentado en el sofá mientras cambia de canales arbitrariamente. Ella se siente aliviada al saber que no ha echo alguna locura, pero que éste ni la reciba le hace sentir mal. Aunque está bien, se lo merece, piensa con amargura mientras trata de quitarse algo de nieve de su abrigo al cual pone en la perchera de la entrada.

—Len—susurra y al instante el nombrado se gira, y se siente dichosa de que no la ignore demasiado—. Y-Yo... —no sabe que decir, no sabe que hacer, y la impotencia y frustración solo la hace llorar.

—¿Rin?

—Feliz cumpleaños, supongo... Te amo—confiesa cubriendo su rostro con sus manos mientras solloza. 

    Lo ha roto, ha roto todo. Sólo quería decirle que le ama, que le buscaría hasta el fin del mundo y que él es todo para ella.

—También te amo, Rin, feliz cumpleaños—él susurra abrazándola y se siente cálida, se siente correcto y es como si los brazos de Len fueran su hogar.

—P-Perdón, todo fue mi culpa—trata de disculparse, acurrucándose aún más en su pecho y sintiéndose como en casa.

—Shh, no ahora—susurra con amabilidad y ella simplemente solloza mientras se refugia en su pecho y aprieta su suéter en busca de consuelo.


    Es de madrugada y ellos aún están despierto, mirando una película de la cual no presta atención, jugando con sus dedos y apoyándose en el pecho de Len aún más.

—¿En qué piensas?—Susurra mientras siente los brazos de su mellizo rodearle, atrayéndola aún más a él.

—En lo tonta que eres—se burla y ella ríe para luego besarle—. Se lo mucho que te interesa, Rin—susurra cuando se separan.

—-Yo tenía miedo, supongo—admite y él sonríe de manera comprensiva antes de besarle en la sien.

—Me preguntaste en que pensaba y te lo voy a decir—comparte como si se tratara de un secreto antes de volver a besarle suavemente en sus labios—. Estoy intentando dejarte ir—murmura cuando se separa de ella y eso solo le rompe el corazón.

—Ésta vez tengo que saber, Len—murmura mientras le toma de su suéter con fuerza, impidiendo que se alejara demasiado, con sus rostros a escasos centímetros y las frentes juntas, mirándose como si lo fueran todo.

—Perdona, no estoy del todo aquí—admite él con culpa y ella lo sabe, lo entiende, ha echo desaparecer una mitad de Len al dejarle.

    Y tal vez las cosas no vuelvan a ser lo mismo, tal vez lo ha fastidiado todo. Tal vez el que arriesga no siempre gana.

    Tal vez ellos van a lograr estar bien con algo de tiempo.







cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora