| Papi I |

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   Len sabía que estaba cometiendo un error al ceder ante los caprichos de su esposa, lo sabía y aún así le dejó hacer lo que quisiera. No era como si tuviera otra opción, de hecho, Miku Hatsune era encantadora y todo lo que un hombre podría soñar...

     Bueno, cualquier hombre excepto él.

     En fin, ya está hecho, piensa con irritación mientras observa la imagen de la niña, aunque, técnicamente hablando no es una niña. Es bastante delgada y tiene unos ojos bastante hipnóticos, los cuáles fueron el foco de atención al mirar su bello rostro. Le alivia un poco el hecho de que la adolescente parece bordear los quince años de edad, porque Miku cuidando de otro ser vivo resulta ser algo catastrófico, aún recuerda las innumerables plantas que obtuvo y se marchitaron por falta de atención, y ni hablar del maldito Pug que meaba en todos los rincones y mordía sus almohadas.

     Él solo suspira mientras bloquea su celular y lo guarda en el bolsillo de su traje, mirando por la ventana del auto cierra sus ojos mientras piensa en que dirá una vez regrese a su hogar, hogar en dónde no solo le espera su esposa, sino también, su nueva hija.


_____


—¡Bienvenido!

     Es lo primero que escucha cuando pasa por la entrada de su casa. Len suspira mientras se quita su saco y lo cuelga por la perche que se haya colgando a un costado de la pared, mirando a Miku de reojo.

—Estoy de vuelta—responde sin ánimos, su esposa no parece notarlo mientras lo toma del brazo y prácticamente lo arrastra a la sala de estar, Len se deja manejar por ella, muy agotado para discutir.

—Len, te presento a la adorable niña que capturó y robó mi corazón, Rin—introduce de una forma bastante energética mientras ambos se quedan parados frente a la adolescente.

      Ella desentona completamente con su sala de estar, con sus ropas simples e sombrías. Pero viéndola en persona nota que su piel es más pálida de lo que pudo notar en la imagen y que sus ojos son grandes y de un azul profundo, sus labios son carnosos y de un rosa suave, además de poseer una nariz respingada bastante adorable junto con una cabellera de un dorado sedoso. No es para nada a como en la fotografía que le mando Miku, ella es incluso mejor, perfecta... como una muñeca frágil de porcelana.

—Es un placer conocerte—ella dice y su voz es suave, pero sus ojos, hay algo sobre ellos, contienen una cierta frialdad que lo está incomodando.

—Igualmente, espero que... seas feliz aquí a partir de ahora, Rin—balbucea, de una forma no tan emocionada, ella no es más que otro proyecto por parte de su esposa para matar su aburrimiento.

    Esa idea le da escalofríos, ¿será Rin igual qué ese Pug que Len tuvo que comprar a su esposa forzosamente? Recuerda claramente como Miku perdió el interés en el perro luego de unos meses, él solo espera que Rin no sea un reemplazo para el canino o estará gravemente enfurecido.

—¿Y bien, Lenny? ¿Qué te parece?—Miku rompe el silencio mientras se gira a contemplarle con una sonrisa resplandeciente, Len suspira mientras se desanuda un poco la corbata, sintiéndose asfixiado.

—Necesitamos hablar. Rin, si nos disculpas—se excusa mientras la susodicha asiente levemente. Len se aleja y camina hacia la habitación contigua, el comedor.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta?—Su esposa inquiere mientras toma asiento, hablando de Rin como alguna clase de regalo u otro de sus juguetes costosos que ha comprado y de los cuáles necesitan su aprobación.

cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora