| responsabilidad |

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    Puede recordar la primera vez que se toparon, fuera de aquella tienda de conveniencia, mientras fumaba un cigarrillo en el estacionamiento con la oscuridad y las estrellas como acompañantes.

—¿Sabes qué eso puede causarte cáncer, verdad?

     Había dicho, sonando toda preocupada y molesta. Miku le miro con desdén desde su lugar, apoyada contra la pared mientras exhalaba un poco del humo, enarcando una ceja en su dirección. La chica era bonita, adolescente quizás, con su cabello teñido de rosa y unos bonitos ojos que brillaban con inocencia.

—¿Sabes qué nadie pidió tu opinión, verdad?—Reprocha con diversión, observando la mueca de la contraria, luciendo toda ofendida e indignada.

—Solo exponía echos—se queja, cruzándose de brazos y enderezándose aún más, intentando lucir temeraria cuando solo parece torpe e inexperta.

—Sí, bueno, todo el mundo sabe los riesgos y aún así deciden ignorarlos—revela mientras tira al suelo la colilla de su cigarrillo, aplastandolo con la suela de su bota militar. La niña hace un sonido estrangulado mientras observa con disgusto el antes cigarrillo aplastado en el suelo.

—La gente es estúpida—escupe mientras alza su mirada, sus ojos se ven feroces, Miku decide que la dejan aún más bonita y adorable.

—Y que lo digas—acepta, metiendo las manos en su chaqueta oscura de cuero mientras despega su espalda de la pared para marcharse de una vez por todas.

—Entonces, ¿por qué lo haces?—Insiste la adolescente, quizás notando que estaba por irse, Miku se gira a verle con desconcierto.

—¿No sabes qué es grosero preguntar eso?

—¿De verdad?—La niña chilla, abriendo sus ojos ligeramente y luciendo culpable. Miku resopla mientras observa la remera musculosa con el dibujo de una frutilla que viste, desde su posición incluso puede ver el borde del sostén rosa pastel que al parece está usando.

—No, solo que no tengo ganas de decirle a una niña que acabo de conocer los motivos que me llevan a arruinarme la vida—se jacta con una sonrisa monótona, pero la niña frente suyo solo ríe levemente, el sonido es sorpresivamente agradable.

—Así que admites que te la estás arruinando—parece divertirse, moviendo sus manos y haciendo que sus pulseras con piedritas suenen cuando se chocan entre ellas. Miku resopla antes de poner sus ojos en blanco.

—Adiós, dulzura—se despide, preguntándose porque se ha quedado perdiendo el tiempo con aquella adolescente.

—Me llamo Luka—dice, frunciendo el ceño ante el dulzura, Miku se encoge de hombros antes de alejarse.

—Como sea...


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      Ella no es una persona de las mañanas, o alguien positiva, sino todo lo contrario, catalogándose así misma como alguien oscura y fría que construye paredes a su alrededor y aleja a la gente. Se convence diciéndose que es mejor de esa forma. Sin personas no hay problemas y sin problemas todo es calma y tranquilidad. Por ende, no crea amistades profundas o meramente importantes, solo gente conocida con la cuál puede hablar ocasionalmente para matar el tiempo.

     Además, Tokio es una ciudad grande, ¿qué probabilidades tiene de encontrarse con esa niña nuevamente?

—¡Hey, eres tú!—Alguien detrás suyo exclama, y ella reconoce esa voz a la perfección, petrificada se gira mientras observa a Luka, quien viste un uniforme escolar de algún instituto privado y prestigioso. Miku se gira nuevamente y decide ignorarla—. Oye, es de mala educación no saludar a los clientes—teniendo un punto dice y ella se gira, con un tic en el ojo ante la impertinencia de la niña.

cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora