Bajó su vista al suelo de cemento, intentando sofocar las voces que la rodeaban. Sabía que no debía haber accedido acompañar a Miku a ese estúpido bar, aunque tampoco podría culparla, ella realmente necesitaba el dinero pero...
—Vamos, prometí que pagaría dos habitaciones, y en una de ellas podrás estar tú sola luego de que acabemos—se jactó cerca de su oído, su aliento apestaba a alcohol y a cigarrillos, era desagradable.
—Ya dije que no quería, que me arrepentí—gruñó mientras se abrazaba así misma, intentando empequeñecerse en su lugar, pegando su espalda en aquella sucia pared.
Se encontraban detrás de aquel apestoso bar que daba contra un callejón. De lo único que Rin se arrepentía era de que su vestido blanco no volvería intacto a su armario.
—Dijiste que necesitabas el dinero, ¿verdad? Prometo pagarte el doble, y además, si no quieres hacer el trío...
—Dije que no—decidió interrumpirle mientras alzaba su mirada y la chocaba con la de aquel desalineado hombre, el cuál decidió abofetearla.
Rin cerró sus ojos al sentir el ardor de la palma dura contra su mejilla, dolía y ella se quedó algo estupefacta, sin poder asimilar lo que acababa de ocurrir. Nunca antes la habían pegado y que éste desconocido lo haya hecho la hizo lagrimear, la hizo sentir como algo que no valía nada, un pedazo de basura descartable...
—Oh, vamos, no llores. Prometo recompensar eso—el contrario al hombre que la pegó se disculpó pero Rin negó mientras retrocedía aún más contra la pared. Ahora sí estaba asustada.
Se encontraba cansada y aterrada, solo quería salir de allí. Miku la había abandonado por lo cuál no tenía sentido regresar a aquel pequeño departamento que pagaban entre las dos, ya no tenía lugar al cuál ir. Se encontraba completamente sola en el mundo, y aquello la hacía temblar y llorar aún más.
—Eso no fue amable.
Rin parpadeó mientras alzó su cabeza hacia la nueva voz presente en el callejón, se sorprendió un poco al encontrar a un chico que parecía de su edad. Vestía una simple remera blanca con unos jeans negros rasgados y una chaqueta de cuero oscura pero lo que más llamó su atención fueron sus ojos.
—¿Quién demonios eres tú?—El hombre que acababa de abofetearle inquirió con desagrado, pero el chico ni siquiera se inmutó mientras simplemente la miraba fijamente.
—¿Quieres venir conmigo? Puedo protegerte—susurró y Rin sintió su labio inferior temblar levemente, ¿qué hacer? Por más que quiera ir, ¿qué le aseguraba que estaría mejor con aquél desconocido?
—Pequeño mocoso...
—Sush, los adultos están hablando, anciano—el rubio le hizo callar mientras le miraba con algo parecido a superioridad y burla.
—Es todo, tú te lo buscaste—el contrario gruñó y cuando avanzó Rin cerró sus ojos y agachó su cabeza, no queriendo ver como esos dos sujetos lastimaban a su intento de héroe.
Mordió su labio inferior mientras comenzaba a temblar nuevamente, escuchando el sonido de los golpes y los quejidos de dolor. Las lágrimas se escabullían de entre sus párpados fuertemente cerrados y ella simplemente comenzó a asimilar la idea de lo que tendría que soportar a continuación con aquellos hombres.
—Oye—una voz suave llamó y cuando abrió sus ojos notó al chico de antes agachado frente suyo, casi quedando al mismo nivel que sus ojos—, ya todo está bien, ¿quieres venir conmigo?
Rin no sabía porque asintió pero algo dentro suyo pareció poseerle y aceptar la mano de aquél desconocido, quizás fue la calidez de su tacto o la familiaridad de su mirada pero mientras esquivaban a los dos hombres que parecían tener heridas internas y tal vez algunos huesos rotos decidió irse con quien lucía ser el diablo.
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cortitos - vocaloid
RandomTal vez hay un universo allá afuera, sucediendo ahora, donde terminamos juntos. Tal vez hay un universo donde soy la persona adecuada para ti. Donde adoro cada cosa agradable que hiciste por mí sin comenzar a resentirte. Un universo donde realmente...