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Gustabo y John iban tranquilamente en el coche, camino a casa de Johnny.

El silencio abundaba en el coche, ninguno decía nada, estaban metidos en sus propios pensamientos.

John, pensaba y planeaba las miles de torturas que le haría a Johnny, aparte de pensar y pensar el operativo que tendría lugar en dos días, mentiría si dijese que no estaba nervioso, en ese operativo se jugaba su futuro con el rubio, y el simple echo de que algo saliese mal y todo se fuese a la mierda, el simple echo de no haber poderle dicho cuanto le quería, le estaba preocupando hasta tal punto de matarlo por dentro.

Haría lo que fuese para salir vivo de allí, si todo fracasaba, y Gustabo no conseguía escapar, se quedaría con ese enfermo el resto de su vida, y eso no lo permitiría.

Por otro lado, Gustabo pensaba en su presente, este presente que tanto soñó, uno en el que por fin era feliz, y tenía a alguien que le apreciaba, aunque aún no se lo acabase de creer.

Después de un trayecto de profundos pensamientos, llegaron, bajando a la vez.

Gustabo nada más estuvo a su lado le cogió la mano a John, entrelazándola con la suya.

-Tenemos que fingir. -Dijo, al ver como el pelinegro le miraba. Este asintió, disfrutando de la calidez y el tacto de la mano del contrario

Entraron a la casa, la cual ya era habitual de visitar, las reuniones en distintos lugares habían acabado, aunque Johnny no sabía que John venía.

Los guardias acompañaron a la "pareja" hasta el despacho del tío del rubio

-Gustabín.. Cómo estás lindo? -Dijo nada más escuchó la puerta abrirse, sin levantar la mirada aún.

-Bien!! Y tú? -Dijo sonriendo.

Johnny alzó su mirada, encontrándose con la de John, el cual fingía una sonrisa. El más mayor se quedó serio.

-No me habías dicho que venía John bonito... -Dijo, disfrazando su enfado con una sonrisa dedicada al rubio, el cual también esbozaba una pero no fingida, no como los otros dos de la sala.

-Perdón, pero John insistió en venir, incluso aplazó algo que tenía que hacer. -Dijo encogiéndose de hombros. -Oh, solo hay una silla.

-Es igual, ven aquí conmigo. -Dijo Johnny palmeando su regazo

-No te preocupes Johnny, puede sentarse encima de mí. -Dijo John, fingiendo otra sonrisa

El pelinegro se sentó, y Gustabo, algo sonrojado, se sentó en su regazo.

-Y qué era eso que tenías que hacer? -Le preguntó Johnny a John

-Vender la droga que nos dio una mafia a Andrew y a mí, queremos sacar contactos, luego te los pasaríamos a ti, ya sabes. -Mintió muy bien John, con las manos en la cintura de Gustabo

-Entonces cuando lo harás?

-Mañana y pasado. -Volvió a mentir, en realidad mañana tendría que ir a repasar de nuevo el plan, y al siguiente, el gran operativo contra el hombre que tenía en frente. -Por?

-Oh nada, solo curiosidad. -La sala se quedó en un incómodo silencio, hasta que Johnny volvió a hablar. -Y cómo estás precioso? -Dijo mirando a Gustabo

-Muy bien, ya puedo andar solo! -El más mayor fingió una sonrisa, demasiado creíble

-Muy bien! Ese es mi niño! A ver levántate que te vea. -Gustabo obedeció, levantándose y dando una pequeña vuelta, orgulloso de poder lograrlo solo.

-Y ayer John me llevó a lugares muy chulos! Me lo pasé genial! -El pelinegro sonrió por su comentario. -Y una señora me vendió estas pulseras para los dos, tienen un significado muy bonito! -Dijo levantando la muñeca para enseñársela

𝐴 𝑑𝑜𝑠 𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑠 - 𝐼𝑛𝑡𝑒𝑛𝑎𝑏𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora