LXXXII

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WHEN THE BUBBLE  BURSTS

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Lara como terapia había usado una de sus más grandes pasiones para poder relajarse y junto a Oliver preparaban jugadas de quidditch cada noche, era un ritual sagrado para ella además sentía que de algún modo estaba enmendado uno de los daños colaterales de su desaparición aunque no era una buena época para el quidditch (aun cuando estaba apunto de iniciar la copa mundial de quidditch) a menos que fueses un supremacista y te gustara la nueva plantilla de los equipos británicos ya que los jugadores nacidos de muggles habían sido expulsados y un gran porcentaje de ellos encarcelados por el delito de "robo de la magia" al igual que muchos otros magos y brujas que no lograron escapar.

El quidditch era lo único que le quedaba después de haber dejado la escuela de medimagia pues para el mundo Lara Black estaba muerta.

Su único contacto directo con el exterior era el deporte, como siempre el quidditch siendo su salvador aunque resultaba cada día más difícil mantener el entusiasmo pues aunque lo amase llegó a un punto donde simplemente leer la sección de deporte de los diarios y planear tácticas se había convertido en una obligación, un quehacer diario que debía tachar de la lista.

Tal vez así se sentía Sirius cuando estaba encerrado en Grimmauld Place.

"No puedes ser una mustia toda tu vida"

Una y otra vez la voz de Sirius se repetía en su mente en momentos difíciles

¿Él la había pasado tan mal? Sólo ahora podía comprender su mal humor, su necedad, porque hablaba de su pasado con tanto sentimiento, como lo atesoraba haciéndolo sonar demasiado bueno, probablemente era la melancolía mezclada con el alcohol lo que lo había hecho así, Sin duda alguna debía agradecerle a Dios, al universo, a cualquier ser omnipotente que había puesto a Sirius en su vida aunque fuese por un breve momento.

El sonido de la puerta principal abriéndose la alertó y fue a hurtadillas hacia la entrada con la varita escondida pero en cuanto vio el rostro de Oliver, se mostró y escondió la varita.

El matrimonio Wood al igual que muchas otras familias mágicas no partidarias del régimen de Lord Voldemort había instaurado medidas de seguridad en sus hogares y con sus más cercanos y como odiaba tener que simplemente desconfiar de todo y de todos.

—¿Quién fue nuestro testigo...

—Viktor Krum —se apresuró a responder sin dejarle terminar la frase

Lara fue hacia el castaño y le plantó un beso— ¿Lo conseguiste tan pronto?

—No es fue tan difícil, la estación de trenes está repleta de gente a principios de primavera—Oliver sacó de su abrigo un par de cabellos rubios, casi blanquecinos— Espero no sea desagradable

La chica asintió y tomó los cabellos, con cuidado comprobó que no estuvieran mezclados con cabellos de oliver, suyos o de algún otro y cuando estuvo segura los echó a la poción multijugos.

Ese era el único modo de salir se repetía a sí misma mientras veía la pócima tornarse de un color oscuro y de consistencia espesa, al parecer Oliver había elegido a una chica un tanto especial.

Sin pensarlo mucho Lara dio un largo trago a la pócima que por suerte tenía mejor sabor que aspecto.

Al cabo de unos minutos sintió como sus extremidades se alargaban y sus huesos se acomodan dando forma a una chica delgada y al menos unos 10 centímetros más alta, con mentón puntiagudo, de pómulos estrechos, ojos oscuros y levemente separados y con una cabellera rubia tan larga que le llegaba hasta la espalda baja. Una chica completamente diferente a Lara, sin duda no había modo de que algo la delatara.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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FLAWLESS | Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora