Cocinar acompañado puede ser, o muy divertido, o un desastre. Por suerte, para Rubén, cocinar con Guillermo esta resultando una autentica maravilla.
Era viernes, ese día por la mañana Mateo se fue de la ciudad a otra gira, y el noruego había estado algo desanimado. Por ello, al albino se le ocurrió pasar a comprar lo necesario para hacer una pizza. Después de todo es lo que más le gusta.
Así que, saliendo del trabajo, llevo a rastras a Rub al supermercado y, media hora después, nos encontramos en el ahora.
Se lanzaban harina a las caras, luego de que al teñido se le pasara un poco la mano. Reían y se daban manotazos suaves. Y entonces, cuando Samuel apareció por la puerta, un montón de harina le pego en toda la cara.
— Oh no.
— ¡Sam! — Guillermo fue el primero en acercarse a disculparse, quitando la harina de su rostro. Rubén le siguió y se acerco a sacudirle la sudadera. Entre ambos, asegurándose de que el azabache estuviera bien, preocupados porque no lo quieren ver enojado. Y, no sé ustedes, pero yo seria feliz con esa atención.
— Chicos, calma. — Comenzó a reír. — No me paso nada, solo es harina.
Aquel par suspiro con alivio, por esta vez se salvarían de ser reprendidos por sacar a sus niños internos. Luego, se miraron, llenos de harina en la cara, cabello y ropa.
— Estamos hechos un desastre. — Exclamo Díaz.
— Puedes ir a limpiarte si quieres, yo termino aquí.
Guillermo agradeció antes de desaparecer por el pasillo. Rubén continuo con lo que hacían antes de batallar, logrando poner sin problemas la masa de la pizza en el horno. Sam estaba ahí, sentado en la mesa.
— Tienes tanta harina en el cabello que dejan de notarse tus raíces castañas.
— ¿En serio? Debería hacer esto más seguido entonces.
— ¿Ponerte harina en la cabeza?
— Ci. — Doblas tomo asiento a su lado.
— No imagine que se pondrían a cocinar, ni que tu cocinarías.
— Hay mucho que no conoces de mi, De Luque. — El azabache rodo los ojos, sonriendo.
Se callaron un rato, escuchando el tic tac del temporizador de la cocina. Uno buscando valor, y el otro esperando pacientemente. Rubén miro a Samuel solo cuando notó que tomaba aire para hablar.
— Doblas, yo... Yo quiero pedirte perdón.
— ¿Perdón? Pero si no has hecho nada malo.
— Si lo hice... De partida, mi reacción cuando llegaste no fue la mejor. Y te ignore casi dos meses. — Esta apenado, arrepentido. — El que no supiera como actuar no es excusa, debí hablar contigo, y no solo esquivarte ni suponer que no querrías acercarte después de lo que pasó. En serio lo siento.
Se miraron, Rub sonreía. — Tranquilo, han pasado años, no somos los mismos... Me alegra saber que has aprendido a aceptar tus errores.
— Eso es..
— Si, Samu, te perdono. — Dijo. — Hay mucho de entonces que no entendía, pero ahora si. Así que, no te preocupes, no hay problema ahora. — El timbre del temporizador sonó, así que el teñido se levanto a sacar la bandeja. De Luque le miro en silencio, secretamente orgulloso de su ex; se preguntaba ya por qué Guillermo se tardaba tanto.
— Oye, un momento, ¿Cómo que "aprendí" a aceptar mis errores? Yo siempre he aceptado mis errores.
Rubén hizo malabares para voltear la masa. — Díselo a tu Samuel de 14 años que revisaba las preguntas incorrectas del examen, solo para demostrarle a la profe que estaba equivocada ella y no tú. — Sam bufó, a lo que sonrió victorioso. — Anda ya, mejor ayúdame aquí.
— Serás tontito... Hey, la salsa se esparce con una cuchara, no un tenedor.
— ... ¡Pero si no hay diferencia!
— ¡Claro que si!
— ¡Que no!
— ¡Que si! Tu espera a Guillermo y verás que tengo razón.
Peleaban, pero sonreían, porque eso es tan familiar para ellos. Llevarse así.
Siempre existen cosas que recuerdas y que nos has vuelto a experimentar. Vivirlas de nuevo es darte cuenta de lo mucho que las extrañaste y lo feliz que fuiste. Pero es, también, entender todo lo que has evolucionado y madurado a través de tus años de vida.
Porque Rubén tiene razón al decir que son muchas las cosas que Sam no conoce de él. Y vice versa. Ahora, tienen todo el tiempo y libertad del mundo para ponerse al día, para hablar, para contar, para expresarse...
No hay más drama familiar ni sentimiento confuso o inseguridad que los detenga. Ahora estarán bien.
Y serán amigos, mejores amigos, de nuevo.
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Malas ideas /ruwigetta
Hayran Kurgu- Es una mala idea. - Alegó Alex, cuando Rubén le contó que se mudaría con un par de universitarios que no conoce de nada. - Demasiado mala, incluso para ti. - Exageras. - Respondió. - ¿Qué tan mal podría salir? Bueno, es que igual y si los conoce d...