- Es una mala idea. - Alegó Alex, cuando Rubén le contó que se mudaría con un par de universitarios que no conoce de nada. - Demasiado mala, incluso para ti.
- Exageras. - Respondió. - ¿Qué tan mal podría salir?
Bueno, es que igual y si los conoce d...
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La primera semana es, obviamente, un proceso de adaptación. Tener a la pequeña en el departamento es algo nuevo para los tres.
Aunque, no se arrepienten en lo absoluto. Nieves es adorable.
Además, Guille y Sam siempre pueden convencer a Rubén de dormir con ellos. El noruego termina accediendo, según, con tal de no dormir en el suelo.
Finalmente terminaron acostumbrándose.
— ¡El desayuno está listo! — Le agarraron el gusto a ese ambiente tan... familiar.
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— Y... Ya está ¿Te gusta? — La pelirroja se bajó con cuidado de la cama y corrió a mirarse al espejo de Samuel.
Dio una vuelta, apreciando el vestido floreado que Guillermo le dio. El albino, sentado en la cama, la observaba con una sonrisa.
— Me encanta... ¡Me encanta! — Feliz, corrió a abrazar al susodicho. — ¡Gracias, gracias, gracias!
Díaz la tomo en brazos y juntos salieron al pasillo, encontrándose a Rubén saliendo de su habitación.
— Oh, mira quién viene ahí. — Con una sonrisa le quitó a la niña para tenerla en sus propios brazos. — ¿Es acaso la princesa más hermosa de todo el mundo mundial?
Nieves río, encantada.
— Princesa yo, príncipe tú, y Samu y Guille.
— Por supuesto.
— Chicos. — De Luque apareció. — Tenemos que irnos si no queremos llegar tarde.
El día anterior, Alejandro había regresado, junto a Mangel y su pareja. Por lo que no tardaron nada en organizar una junta en una conocida cafetería. Perfecto para el reencuentro. Asi que iban saliendo ya al lugar, con tal de no llegar impuntuales, a petición de cierto oji violeta.
Fueron a pie, entretenidos entre charlas y bromas. Jugando a saltarse las líneas de la vereda. Nieves no podía estar más llena de atención.
Se detuvieron un momento frente a una juguetería, dejando que la menor entrará a ver. Los tres mayores solo la vigilaban, avanzado con calma por los corredores.
— Se siente bien. — Murmuró Samuel.
— ¿Qué cosa? — Pregunto su novio, que estaba atento a una bonita escena entre los hermanos y un peluche de Pikachu.
— La calma. — Con cuidado le tomo la mano. — El calor, ¿Lo sientes?
Guillermo asintió despacio.
Rubén en sus vidas hizo un cambio. Desde el principio, con su forma de ser, su sonrisa. Con su fuerza de voluntad. Se acoplo como si desde siempre hubieran sido los tres.
Nació despacio aquel sentimiento, lento y seguro. Creciendo firme en ambos corazones. Y es que, por favor, llevan meses así. Queriéndolo.
Suspiraron al unísono, reafirmando el agarre de sus manos. Se miraron con cariño y se juntaron un poco más, solo para observar juntos al noruego que se decidía por comprarle el peluche a su hermanita.
Con ello aclarado, asumido de casualidad, aunque no sin importancia. Solo quedo retirarse del local, camino al encuentro premeditado.
Camino a dar cara otra vez al pasado.
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