¡Año nuevo! En la historia jajajs-
Los días siguientes son buenos. Rubén esta seguro de que hace mucho que no se sentía tan bien.
Tan acompañado.
Con Lana pasó horas hablando, con Nieves horas jugando. Puede asegurar que Borja es como una hermano más.
Eso es... definitivamente recordará esas semanas por siempre. Además, los padres de Guillermo son increíbles. Entiende de donde sacó el albino sus encantos. Y le entrega paz saber que Sam se encontró a alguien con un entorno tan adorable.
Alguien que no sea un desastre como lo suele ser el.
Y ahora que faltan dos horas para un nuevo año, el esta bien. Tranquilo, aguardando en la cocina donde buscó un vaso para tomar agua.
— Rubén. — Dirigió la mirada al que apareció en el umbral de la puerta. Dejo el vaso donde estaba antes de contestar.
— Guille, ¿Qué pasa?
— Ven conmigo.
El albino se veía emocionado. Lo siguió con relajo, cosa que provocó que el chico le tomara la mano para que avanzara más rápido. Subieron las escaleras.
— ¿Dónde vamos? Los demás están afuera.
— Lo sé, tranquilo Rub, esto te va a encantar.
Sintió los nervios, el se fue a la cocina dejando a todos en el patio y planeaba volver. Esperarían juntos la llegada de la media noche, aguardando a los fuegos artificiales.
¿Por qué Guillermo lo esta sacando de ahí?
En medio del pasillo, se detuvieron. La ventana abierta dejaba paso al suave viento del exterior.
— Vamos. — Díaz se mostraba enérgico.
— Ah Guillermo... eso es, espera- ¿Por la ventana? — Sorprendido, observo como el novio de su ex se montaba en el marco.
Se lanzó.
— ¡Ay por los Dioses! — Corrió a ver, asustado. Escuchando luego las risas del contrario que, sano y salvo, se hallaba con los pies en el tejado, agachado. — Pero, ¡Bobo o qué!
— Calma hombre, que estoy vivo, mírame. — Se levantó con cuidado y le extendió la mano. — Ven, te toca a ti.
— ¿Yo? Yo no voy a hacer eso.
— ¿Qué, te da miedo?
— ... No.
— ¿Entonces?
Le miro con una mueca antes de montarse también, ignoró las risas burlescas del albino y finalmente tomo su mano para bajar también.
No fue tan malo, no se murió.
Volvió a guiarlo, esta vez por el techo. Con cuidado de no caer. Hasta que llegaron a una parte que no se podía ver desde abajo.
— Llegamos.
Allí estaba Samuel, sentado en una banca.
— Hey chicos.
Una banca.
— ... ¿Qué hace eso en el techo?
El azabache palmeo los espacios a su lado. — No preguntes Doblas, solo disfruta.
Ha oscurecido, el cielo se ha plagado de estrellas y en solo cinco minutos el nuevo año comenzará.
Doblas suspiró, pensando en los cinco deseos que pediría cada sesenta segundos. Pequeñas cosas que esperaría cumplir, situaciones que desearía disfrutar, palabras que amaría escuchar.
Se encuentra sentado entre Guillermo y Samuel, sigue sin entender por completo la manía de esos dos por ubicarlo de esa forma, pero no le desagrada. Es una sutil atención que su autoestima agradece de sobremanera.
El es. El merece cariño, aprecio, amor.
Puede escuchar los gritos de Nieves, la niña cantaba con emoción una cumbia, trastabillando cada que olvidaba la letra. Entonces sonríe, la energía de esa preciosa criatura es tan contagiosa.
— Grita mucho.
— Es adorable.
Cuando menos se dan cuenta, van quedando veinte segundos.
Jadean al sentir la ansiedad, típica del momento.
Quince segundos.
Rubén sonríe y mira el cielo con ilusión.
Diez segundos.
La parejita se mira, es cosa de verse una vez para entender que ambos piensan en lo mismo, y es perfecto.
Cinco. Y luego cuatro. Sam rodea al noruego por los hombros, apegándose a el. Tres y dos. Guille hace lo mismo, pero por su cintura.
Uno.
Y en lo que todo mundo grita "¡Feliz año!", De Luque y Díaz aturden al más alto. Besan ambos sus mejillas, dejándolo quieto en su lugar por la sorpresa.
— Feliz año nuevo. — Murmuran, antes de dejarlo libre. Se sonríen cómplices y se dedican a mirar la pirotecnia. Es el sonido ensordecedor de las explosiones lo único que mantiene a Rubén consiente de que no esta soñando.
Significa que ya solo le quedan cuatro deseos por cumplir.
Ay-
Como que me gustó pero no pero si-
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Malas ideas /ruwigetta
Fanfiction- Es una mala idea. - Alegó Alex, cuando Rubén le contó que se mudaría con un par de universitarios que no conoce de nada. - Demasiado mala, incluso para ti. - Exageras. - Respondió. - ¿Qué tan mal podría salir? Bueno, es que igual y si los conoce d...