— ¿Y bien?
— ¿Bien, qué?
— Rubén, por dios. — Alex miro a su amigo con reproche. — Sabes a lo que me refiero.
El más alto se rió inocente, desvío luego la mirada con una expresión relajada y.. enamorada.
— No hemos oficializado nada, pero.. estamos bien. — Llevo sus ojos al lugar donde su hermanita jugaba con la sobrina de Alejandro y otras pequeñas más. Todo el ambiente era festivo debido al cumpleaños de Cristina.
— Así que todavía no se lo creen.
Rubén sonrió, recordando las adorables reacciones de Samuel y Guillermo aquella vez que los descubrió reconociendo sentir cosas por él. No se había sentido tan feliz por algo así en mucho tiempo. Sin embargo, la forma abrupta en la que, lo obvio, salió a la luz sólo logró que a la pareja le diera vergüenza.
— No te preocupes Lely. — Se toma de un trago el jugo del vaso que lleva media hora en su mano. — Solo disfruto un poco.. ya pronto lo hablaremos.
— Por favor, ya me cansé de verte la cara de querer comértelos a besos.
— ¡Hemos llegado! — Hacen las siete y media de la tarde. Rubén viene entrando al departamento con una molesta Nieves en brazos. Cuando la dejo en el suelo, no tardó en correr a encerrarse. Él solo se ríe.
— ¿Qué le hiciste?
Levantó la mirada, encontrando al albino. Sonrió. — No quería irse del cumpleaños, y Cristina la invito a dormir así que esta enojada conmigo porque no la dejé.
Guillermo ladeó la cabeza, sonriendo suavemente al entender. — Mañana tiene prueba de matemáticas.
— Exacto.
Al final, con una taza de chocolate caliente y malvaviscos pusieron a la chiquita de buenas. Que comenzó a saltar de aquí para allá arreglando su mochila y materiales para la escuela. Al rato, Doblas la mandó a acostarse. La arropó y le cantó una canción de cuna. — Buenas noches, Nieves.
— Buenas noches hermano. — Luego, el universitario salió de la habitación, llegando con rapidez a la sala donde el chico Díaz. A su lado, en el sofá, se sentó. Soltando un leve bostezo y dejando su cabeza descansar sobre los cabellos de su compañero. Guille lo rodeo por los hombros, dándose el lujo de administrar una dosis de mimos que al noruego hicieron ronronear de gusto.
— Oye... — Murmuro el más alto, recibió un ruidito de afirmación que le hizo saberse escuchado. — ¿Sam donde esta?
— Dormido. — Aclaro, con un tono sumamente relajado. — Fue un día cansado para él, llego directo a acostarse.
— Ya veo. — El ambiente tranquilo e intimo le dio un impulso desconocido al que no se resistió. Con una sonrisita traviesa giro el rostro para alcanzar adecuadamente la piel suave de las mejillas del albino, dejando un azucarado beso que provoco risitas avergonzadas en el besado. — Entonces... — La mano derecha se deslizo lenta y cariñosa por el pecho de Guillermo, que suspiro gustoso; descendió por el brazo hasta alcanzar la mano ajena. Tanteando el terreno, jugó con sus dedos cual niño hasta que fue aceptado y las palmas se juntaron en un bello gesto. Solo entonces, Rubén se levanto, estando aferrado al tierno agarre de uno de sus adorados chicos. Le miro con un brillo especial en su penetrante mirada; genuino y sincero amor. — Vamos a acompañar a nuestro hombre... ¿Te parece?
Aceptar fue la única opción de aquel de mejillas sonrojadas, seducido por la idea de pasar otra noche abrazado a sus dos amores; ansioso por la llamada de una cama calientita, sabanas suaves y delicada seguridad entre dos preciadas personas.
Doblas lo ayudo a levantarse y le guio por el pasillo luego de haber apagado las luces, la habitación les recibió con obvia oscuridad. Los zapatos cayeron en una esquina y con delicadeza los dos se metieron ahí donde Guillermo se dejo abrazar por el dormido Samuel, solo para que el calor de Rubén complementara con exquisita dulzura.
A la mañana siguiente todo permanecería con sabor a miel. Luego de que el castaño se levantara a cumplir su rol de hermano mayor para dejar a la preciosa de Nieves a la escuela, al estar de regreso pasó a una dulce panadería por unos deliciosos biscochos espolvoreados con azúcar flor y crujientes galletas con cremosas chispas de chocolate. Sigiloso todo lo preparó. El café con la cantidad justa de leche, el pan perfectamente tostado con rica y salada mantequilla, los azucarados detalles en una esquina de la bandeja.
Definición de perfección fue el momento en el que se adentro al cuarto, justamente cuando el azabache se encontraba despertado. Adorable su rostro de confusión y pronta sorpresa, que dio paso a un resplandor cariñoso al que se unió Díaz.
— ¿Qué es eso Rubén? — Las sonrisas de alegría pura llenaron de regocijo al nombrado, que se acercó a acomodar la bandeja para pronto acomodarse él mismo junto a la pareja.
— Les debía un detalle así. — Explico inocente, tierno. — Y yo.. realmente quería sorprenderlos..
— Pues lo hiciste, chiqui.
Todo tan agradable como lo es un té de manzanilla con canela. Pasaron una maravillosa mañana, permitiéndose faltar los tres a algunas de sus clases en la universidad. Acurrucados y enredados cual rompecabezas perfecto sobre la cama y debajo de las sabanas. Con simpleza, un periodo de silencio los rodeo, cómodo y sensible, extremadamente cálido. Samuel suspiro encantado.
— Chicos.. — Se alzó de la nada, la voz de Rubén. — Me gustan. — Un suave jadeo abandonó los labios de Guillermo. — ... No, mas bien.. creo que me enamoré... de los dos.
Volví, ¿me extrañaron?
No estoy segura de qué exactamente he contado sobre mi ingreso a la universidad, me da un poco de flojera revisar. Pero bueno, obvia es mi intención de explicar que mi comienzo en la educación superior se volvió un obstáculo a la hora de actualizar.
Incluyendo un genuino amor por KNY jeje... toda mi creciente inspiración se vertió por completo en nuevas ideas y proyectos sobre el anime.
Y eso seria; la uni me sobrepasó por lo que decidí cambiarme de carrera y desde entonces he estado adaptándome. Fuera de eso, me alegra haber actualizado esto de una vez por todas. Espero que les gustara esta dosis de azúcar, porque finalmente he venido a darle el merecido final a esta historia <3
Cuidensen, tomen agua y duerman que luego lo extrañan. By-bye ~
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Malas ideas /ruwigetta
Hayran Kurgu- Es una mala idea. - Alegó Alex, cuando Rubén le contó que se mudaría con un par de universitarios que no conoce de nada. - Demasiado mala, incluso para ti. - Exageras. - Respondió. - ¿Qué tan mal podría salir? Bueno, es que igual y si los conoce d...