XXIV- El juego

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Despertar en el asiento de un carro, el cuello me duele y tengo la boca seca, Aidan, está como si nada, recargado en todo el asiento conmigo encima, yo fui la que durmió mal, sus ronquidos, las ramas de los árboles pegando en las ventanas y luego en la mañana los pájaros cantando, no es nada agradable.

La hora la desconozco, sólo quiero salir del carro, estirar mi pobre cuerpo engarrotado y caminar un poco, para encontrar alguna tienda, tengo sed como camello en desierto. Bueno ahora que lo pienso, los camellos llevan agua en sus jorobas, puff, la única joroba que traigo es mi novio, y él no trae agua, más que en su sistema, pero sería canibalismo.

─Buenos días ─bostezó en mi cabeza─ ¿cómo dormiste?

─Buenos días ─sonreí─ pues no creo que mejor que tú.

─Yo si dormí bien.

─Eso lo sé ─rodeé los ojos─ pero bueno, ¿podemos bajar a dar la vuelta?, tengo hambre.

─Claro que podemos, pero hay un pequeño problema.

─¿Cuál? ─enarqué la ceja.

─Que no me puedo mover porque estás encima de mí ─se comenzó a reír

─Chistoso

Me levanté de encima de él, y abrí la puerta para poder salir, de verdad quería salir de ahí, no sentía la mitad de mi cuerpo de la cintura para abajo, iba a sacar mi segundo pie, pero, -¿A dónde crees que vas? ─me jaló para pegar nuestros labios─ ya te ibas sin saludarme.

─Perdón wawa, es que de verdad estoy toda entumida. ─le dí un último beso y bajé completamente para poder estirarme a mis anchas.

Al estar abajo del carro, la brisa pegó directamente en mi rostro, haciendo que el olor a naturaleza se apoderara de mis fosas nasales, el canto de las aves ya no eran irritante, al contrario, era un sonido demasiado lindo y relajador, no se oía ningún carro, ninguna máquina, sólo se podía apreciar el sonido del movimiento de las ramas de los árboles, el sonido de un pequeño arroyo que se encontraba a un costado de donde dejamos el carro, ayer con la oscuridad y la histeria de Aidan no nos percatamos de este.

Lo que aún no puedo captar es como carambas no traje nada de comer si sabía que no íbamos a regresar a casa, de verdad que estoy dándole unas bofetadas a mis neuronas. ¿Cómo se me ocurría secuestrar a mi novio y no traer nada para comer o para beber? Definitivamente Aidan tiene derecho a dejarme varada aquí si es lo que quiere.

─¿Todo bien, amor? ─se bajó del carro estirándose.

─Si, todo bien. ─volteé a verlo y le regalé una sonrisa─ sólo que tengo demasiada sed.

─Hay que intentar sacar la llanta del lodo e ir a ver que compramos ─me miró fijamente antes de volver a hablar─ por cierto, ¿cuánto estaremos fuera de nuestras casas?

─La lista dice que dos días ─me alcé de hombros para restarle importancia.

─Entonces hay que comprar comida, y mucha ─me guiñó el ojo y se quitó su sudadera para empezar a empujar el carro.

Al ver que lo estaba haciendo, me apresure para ayudarlo.

Ya veo porque ocupan grúas para sacar los carros o jalarlos, porque los cuerpos de los humanos no sirven para esto, después de casi tres horas, pudimos, pero nos costó casi la vida.

Vamos montados en el carro, con música de fondo, estamos buscando una gasolinera, ya que en estas siempre hay tiendas de esas que venden comida chatarra, no creo que nos pase algo si comemos dos días seguidos puras chunches.

Two Ways © [✔︎completa✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora