Justamente es madrugada.
Es sábado.
Diego está en una fiesta.
Yo estoy en casa.
Son vacaciones. Es entendible.
“No te duermas aun, por favor” me envía.
“No lo haré, aquí estaré” le respondo.
Deja de responderme.
Me quedo esperando un mensaje suyo.
Me resigno.
Pasan minutos… pero escucho mi teléfono.
“Hey, ¿estás ahí?” veo que me dice a las 3:00 a.m.
“Sí, aquí estoy”.