Me contó su día.
Yo trataba de prestar atención.
Él sonaba animado, y eso me gustaba.
Ambos reíamos con cualquier cosa.
Me sentía bien.
Escuché un bostezo de su parte.
“Ve a dormir” le dije.
“¿Quieres que me vaya?”
No quería.
“Pues… sí. Tengo sueño”
“O sea… bueno. Equis, hasta mañana”
Y supe ahí que me había pasado de la raya.