Ahora son las 3:30 a.m.
Realmente tengo sueño.
“¿Ya tienes sueño?” me pregunta.
“Sí, ve a dormir” le digo.
“Ah, ¿me mandas a dormir?”
“Sí, Diego”.
Un silencio incómodo se presenta.
“No me quiero ir” me dice.
Siento un piquete en mi estómago.
No es un piquete, sé lo que es.
No quiero admitirlo.
Son mariposas.