Nuestra llamada seguía.
El tema ahora había cambiado.
Ambos reíamos por cosas sin sentido.
Un suspiro apareció por su parte.
“¿Me dejas abrazarte?” dijo de nuevo.
A mí no me gustan los abrazos.
Él lo sabía.
Cierro mis ojos con fuerza.
Suspiro profundo.
Mi corazón se acelera.
“Sí, sí quiero”
Su silencio aparece.
“Deberías de felicitarme” le digo entre risas.
Él ríe también.
“De verdad… no me lo esperaba”
Sonrío frente al teléfono.
“Yo tampoco”
“Vas mejorando”
Sus palabras me hacen sentir bien.
En serio comenzaba a tomar confianza.