Hemos terminado la conversación.
Miro hacia el techo.
No me doy cuenta, pero tengo una sonrisa en mi rostro.
Sé lo que es.
Estoy ilusionándome.
Esto es malo.
“Hasta mañana” le envío esperando a que responda.
“Hasta mañana, Deneb” y se va a dormir.
Comienzo a procesarlo.
No puedo evitar contarle a Frida.
Ella se emociona al instante.
Y… yo también.