La luz me ciega y no puedo ver más que una intensa claridad que me molesta la mirada y hace que me resigne a una muerte segura. Espero el impacto.
Quiero paz. Quiero estar en calma conmigo mismo. Quiero olvidar para siempre todo y a todos. Simplemente quiero morir. Quizá no sea el mejor de los deseos, sin embargo es el único al que puedo aspirar ahora. Ya la alegría para mí es inalcanzable, es un gusto que no me puedo dar, y un privilegio del que al parecer, no soy digno. Observo cómo millones de diminutas transiciones pasan por mi mente. Mi vida se detalla segundo a segundo por mis ojos y múltiples imágenes que creía olvidadas, escondidas en un rinconcito de mi mente, aparecen sin piedad para verme morir en la inmensidad del asfalto. —¿Qué vida de mierda hemos tenido, verdad?— me reclama mi subconsciente.
Me giro hacia la luz y meramente escucho el sonido del cláxon que suena desesperado, ya no puede frenar. Está demasiado cerca. Sería por gusto. Abro los brazos y recibo la muerte. «—Hola querida— digo para mis adentros— hace tiempo te esperaba.»
Una persona que corre, un empujón, un abrazo, un salto al otro lado de la carretera, dos cuerpos rodando, un alma arrebatada del infierno, otra que se gana el cielo.
—¡¡¡¿Estás loco?!!!— me grita alarmada la persona que me salva la vida.
—¡¡¡SUÉLTAME!!!— grito desaforadamente y aunque parezca maleducado no hubiese querido que me salvase.
Estamos en la carretera, todo magullados. Es un chico. Al caer lo hizo encima de mí, lo que aumentó mis dolores por el peso de su cuerpo. Por un momento le miro. Unos ojos azules me responden y su lasio pelo rubio cae sobre mi cara cuando intenta ponerse en pie. Cae nuevamente y esta vez su rostro roza con el mío, acercando así nuestras miradas. No puedo tener más pensamientos con pupilas. Ya es suficiente con las de Alejandro.
Me remuevo debajo de su cuerpo mientras oigo un grito. Se levanta con cuidado y me ayuda brindándome una mano. El grito nuevamente irrumpe mis oídos.
—¡¡¡BRUNO!!!— es mi madre, la pobre viene corriendo. Ahora me siento mal, debió haber observado todo.—¿Pero qué ha pasado por Dios?— me reclama cuando llega y me da un abrazo. Deja un rastro de besos enormes, no para, besa por aquí y por allá.—¿Por qué lo hiciste bebé?— me pregunta mientras sus labios rozan mi frente. Ahora más que nunca siento que la pena me consume. Quisiera desaparecer en este momento, quisiera que la tierra se abriése bajo mis pies y me tragara, llevándome a las profundidades de lo inhumano.
—Venía distraído, lo siento.— le susurro mientras yo también la abrazo.— Gracias— me dirijo al joven rubio de ojos azules. Lo he visto alguna que otra vez por la ciudad.
—No pasa nada.— me responde asintiendo con la cabeza, algo alegre al parecer por ver la imagen.
—¿Dónde está el hijo de puta del camión?—le pregunta mi madre.
—No frenó para ver qué había sucedido.— le responde él como apenado.
—Muchas gracias a ti cariño.— mamá está llorando— De no haber sido por ti Bruno estuviese... estuviese...— hace una breve pausa y veo en su mirada cómo se le derrumba el mundo— pues no estuviese aquí.— su voz suena algo ronca y me duele aún más.
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Bruno
Teen Fiction¿Por qué el amor de mi vida no puede ser el antagonista de mi historia? Una historia de amor, rechazo y abuso familiar, pero sobre todo un romance único que te hará suspirar mientras derramas algunas lágrimas. Encontrarás la pasión de Bruno y sus du...