—Recuerda todo lo que estudiaste— me repite por decimoquinta vez Eva.
—Sí. Despreocupa, no estoy nervioso. Ese concurso es nuestro.— Le sonrío y continuamos caminando por los pasillos de la Sede Educacional.
Alejandro nos espera con el resto de estudiantes que se presentarán. Es muy sociable, demasiado, mucho más que lo que yo siempre he sido.
—Buenos días— saluda Eva y obtiene respuesta de uno y cada uno de los estudiantes.
Nos toma por los hombros y nos saca del grupo.
—Por favor, no se apresuren. Tomen calma y coloquen su mente en función de la comprobación. ¡Cálmense!— nos dice gritando un poco y no puedo evitar reírme.
—Profe, usted está más nerviosa que nosotros, el doble diría yo— le suelta Ale entre risas.
—Pss... Calla y concéntrate.— Sin lugar a dudas, ella es la mejor; pero en este momento su estrés me descoloca un poco.
El concurso no está difícil. O por lo menos no muy difícil. Tenemos que argumentar varios planteamientos y localizar algún que otro punto geográfico de importancia.
Ale de vez en cuando me dedica una mirada, sin embargo, sé que no podemos ni rozarnos. Este es un día para estar lejos. Este es uno de esos días en los que añorar su calor, no significa nada o lo significa todo.
Son las 12:00 cuando un timbre oxidado suena y una sucesión de uniformes vamos desalojando el aula en el que estábamos. Eva me abraza y Alejandro, que pudo también hacerlo, solo se queda apartado esperando a que nos soltemos.
Mientras debatimos cada aspecto de la prueba, nos alejamos de la Sede. La calle es testigo de cómo Eva nos va diciendo una y mil veces que ese concurso lo tenemos ganado. Las avenidas están llenas, los parques no tanto. Prácticamente están vacíos.
—Cambiemos de tema— decide Eva—, pueden explicarme qué se tienen entre manos ustedes dos.
—¡NADA!— Exclamamos los dos a coro.
—Pues eso no es lo que parece y con esa respuesta menos, venga, explicadme.
—No pasa nada, absolutamente nada.— Le suelta Ale intentando esconder el miedo a que se descubra la verdad en su voz.
—Obvio que no. ¿Por qué lo dice, profe?— Es lo único que se me ocurre preguntarle.
Ríe comedida y me responde.
—No soy tonta. Ustedes tienen algo— Veo cómo Alejandro palidece. Yo, simplemente, me quedo en espera de lo que pueda suceder; no voy a opinar nada. ¿Por qué he de negar verdades que me hacen feliz?
—Usted no tiene por qué entrometerse en asuntos donde no la llaman— Ale está algo alterado—, no le importa nuestra vida.
—Alejandro, por favor, no tienes por qué responderle así— intento interceder, Eva está completamente inexpresiva.
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Bruno
Teen Fiction¿Por qué el amor de mi vida no puede ser el antagonista de mi historia? Una historia de amor, rechazo y abuso familiar, pero sobre todo un romance único que te hará suspirar mientras derramas algunas lágrimas. Encontrarás la pasión de Bruno y sus du...