Capítulo XXIV

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«Autista»

La palabra retumba en mis oídos una y otra vez. Mi cerebro la repite cansinamente hasta que yo logro vocalizarla sílaba a sílaba.

—¿AU-TIS-TA?

Él asiente. Vuelvo a repetir el término para mis adentros y comienzo a reír. Esto tiene que ser una broma.

—No le veo la gracia —me suelta mientras me mira con un poco de soslayo y con mala cara.

—Ay... Perdona... —continúo riendo, no puedo parar—. Es que no te creo.

—Es cierto —se levanta del suelo y me brinda una mano para levantarme. La tomo y paro un poco de reírme.

—Mira, me tendrás que perdonar pero es que yo no entiendo nada —intento explicarme—. La noche de la discoteca había música, mucho más alta que esta y aún así estabas como si nada.

—Bruno, existe la medicación para todo. Estás en el siglo XXI —su respuesta no me convence—, para salir de casa siempre me medico, y además, hay momentos y momentos.

Sus cachetes se enrojecen un poco y la incomodidad se nota a la distancia. Creo que todo esto va en serio. Lo tomo por un brazo y le llevo hasta el sofá.

—Déjame recapitular todo —respiro hondo—. Según tú, eres autista.

Él asiente y yo continúo.

—Sin embargo, yo no veo que tengas problemas de personalidad, y tu susceptibilidad a la música no me acaba de convencer —me observa pacientemente y sé que tendré respuesta—. En resumen, no entiendo nada.

—Vamos de nuevo con esto —inhala y exhala, y comienza un discurso muy bien preparado. Se nota que ya lo ha hecho muchas veces antes de esta—. El autismo es un trastorno de la comunicación y el nivel de interacción social de las personas y blah, blah, blah.

Cierra los ojos intentando coordinar sus pensamientos de nuevo y se aclara la garganta cuando comienza a hablar.

—Para que entiendas, los autistas nos encerramos en nuestro mundo y nos aislamos conscientemente. Nos alejamos de la realidad.

—Pero alejarse de la realidad no es malo. Yo lo hago a veces.

—No es malo cuando lo decides por voluntad propia. Hay quienes se alejan porque no tienen otra opción, porque sus voces no se escuchan, porque sus pasos ya no cuentan, porque el mundo no les ha enseñado nada bueno y deciden apartarse. Recluirse.

—Sí, yo entiendo eso —intento explicarme—; pero igual tú no te ves recluido ni nada por el estilo. Eres totalmente normal.

—Es cierto, la parte de mi espectro autista no está demasiado afectada y por eso no es muy perceptible. También tengo un tratamiento médico que me ayuda y con el tiempo aprendí a sobrellevar todo. A ser menos reticente con el tema.

—Vale —esta conversación me ha dejado un poco tocado—, ¿tomamos algo?

—Bruno, yo soy normal, nunca olvides eso.

—Que sí, yo lo sé, solo entiende que esto es nuevo para mí.

—¿Me dejas darte un beso? —sus ojos se dirigen a los míos y evito mantener la mirada.

Me inclino hacia él y dejo caer mis labios sobre los suyos. Sus fuertes brazos tiran de mí y me impulsan hacia adelante, acercándome a su cuerpo. El beso comienza a ser más intenso de lo normal y una de sus manos va recorriendo mi espalda.

—Hmmm... Creo que en la nevera hay jugo de manzana, o de pera. No sé. Voy a revisar.

Mis nervios me han atacado y no puedo sostener sus besos. Todo es muy raro. Esto me supera en lo absoluto.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2022 ⏰

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