46. Pareja de tres

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Dios nos engaña. Como una vez supuso Descartes, es un genio maligno el creador de todo.

Y no, no pretendo dar una lección de filosofía tosca y aburrida, más bien pretendo reflejar la realidad.

Quien quiera que sea nuestro creador, sea un genio maligno o la misma madre naturaleza, nos ha ofrecido dos ojos, dos orejas, dos manos y dos pies.

Los pies son necesarios para movernos. Uno delante del otro, con paso firme y sin perder el equilibrio. Las manos, es obvio, son útiles para hacer varias cosas a la vez (como responder un mensaje a una chica y masturbarse, por ejemplo).

¿Y las orejas? ¿Y los ojos? ¿Acaso serán para escuchar una conversación de aquí y una de allá? ¿O para mirar dos personas a la vez?

Igual que sólo existe una persona para el amor, una pareja a la que te unes. Puede que te enfades con ella, que le grites, incluso que le pegues. No es moralmente correcto, y esa idea no siempre nos satiface. Puedes cambiar de pareja si esa no es la correcta. Pero tener más de una a la vez no puede salir bien.

Igual pasa con los amigos. Si existen dos ojos y dos orejas son para fijarse en esa persona, no para más. Somos humanos, somos seres limitados. En un grupo de tres, siempre sobrará uno.

Dios (el genio maligno) nos hace creer en la multiplicidad: nos da dos orejas para creer que podemos escuchar a dos amigos, nos da dos ojos para que creamos que es factible el hecho de mirar a dos personas a la vez; o bien a la hora de elegir pareja, amigo y compañero. Pero al final es una persona (tal vez una en cada ámbito, yo eso no lo niego) la que te acompaña en la vida.

No trates de mantener parejas de tres. No funcionan.

Historias ocultas tras el objetivo de una cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora