12. Invierno

111 9 4
                                    

Invierno'13

Sonando las primeras notas de la canción ya sé que tengo que prepararme para un largo día. Bueno, quizás no tan largo, pues en invierno los días son cortos y las noches se alargan. La oscuridad inunda cada rincón, pero a veces, débil, deja pasar algunos rayos de luz, provocados por los adornos navideños. Aquellos que rompen con la tranquilidad de la mañana hibernal del pueblo. El vaho en las ventanas, anaranjado por las luces de la calle. Mis piernas, flacas y frías, me llevan sin rumbo aparente a la estación de trenes. Por el camino me paro bajo la luz de la luna, la observo y agacho la cabeza. ¿Quién estará despierto ahora? Supongo que nadie. Todo está parado. Todo está en silencio. La oscuridad lo rodea todo. Y la luna, juguetona, sale de detrás de una nube. ¿Querrá verme ahora? Sigo andando, bajo su atenta mirada. El frío se me clava, como cuchillos afilados, en las mejillas, y yo sonrío como si realmente fuera feliz. Entre mi pelo suelto revuelto corre una fría brisa azulada por el hielo. Mis ojos oscuros se posan sobre el monasterio, oscuro, a contraluz. Detrás de él, el cielo está aclarándose a una velocidad mayor de la que me gustaría. La oscuridad desiste. La mañana empieza. Mis ojos, llorosos, ya no sé si por el frío o por las penas que me consumen en silencio, se cierran para volver a abrirse: la luz se hace realmente molesta. Las nubes empiezan a colorearse de naranja y de rojo mientras avanzo en silencio hasta la estación. Pero antes, mucho antes, cuando el frío, la oscuridad y el silencio reinaban en el ambiente; mi cuerpo buscaba calidez, cerca de la panadería, caliente, iluminada, bulliciosa. Lo echaba de menos. Calor. Lo echo de menos.

Historias ocultas tras el objetivo de una cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora