45. Vértigo tecnológico

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¿Has sentido alguna vez vértigo?
Estoy segura de que sí: todos hemos sentido ese sudor frío recorrernos la espalda, un cosquilleo que va de la punta de las manos a la punta de los pies o ganas de girar la cabeza y mirar otra cosa.
Existe vértigo por muchas cosas, por ejemplo vértigo a las alturas. ¿Pero a qué más se le puede atribuir el hecho de que produzca vértigo? ¿Has pensado alguna vez en que hay gente que pude tener vértigo a las tecnologías?
Existe, de hecho es más común entre adultos que entre los jóvenes, porque como tales, hemos nacido entre tecnología. No nos asusta un mundo en el que la tecnología vaya por delante de los seres humanos, donde las máquinas elijan cómo y cuándo funcionamos; no nos asusta un mundo en el que todo vaya cada vez más rápido, exponencialmente, que todo se acelere y parezca no tener quien lo pare.
El otro día nos reunieron a doscientos cincuenta alumnos de entre diecisiete y dieciocho años, y formularon la pregunta: ¿alguien siente vértigo tecnológico? De entre todos solamente dos levantaron la mano.
Después de hora y media reflexionando acerca de las nuevas tecnologías y la innovación, y reflexionando acerca de cómo adaptar la educación a esta nueva sociedad de la información, la mujer conferenciante concluyó afirmando que hoy en día son los niños los líderes del planeta, los que más saben usar esas nuevas tecnologías y tienen acceso más fácil a la información que esta les proporciona, con lo cual los adultos tienen que seguir el camino que los niños marcarán.
¿Es normal esto?
Un mundo nuevo en el que sean los niños, una materia frágil y fácilmente maleable, los que lleven el rumbo de esta nueva sociedad, y que ellos dirijan a sus padres y a sus abuelos, que sean ellos los encargados de enseñar a los padres a buscar y encontrar la información. ¿De esta manera no tendría alguien el control absoluto sobre la sociedad? Solamente no sería así si alguien pudiera garantizar que Internet es incontrolable y, por lo que yo sé, aún lo es.
Lo peor del asunto, no es que dicha mujer afirmara tal o cual cosa, ni que lo dijera frente a doscientos cincuenta alumnos de un colegio de Barcelona, sino que lo peor es que esto es una realidad ya: los niños controlan el mundo, y cada vez va a más.
¿No deberíamos controlarlos nosotros a ellos?

Historias ocultas tras el objetivo de una cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora