Ese era mi nombre completo, Dhara. Completo o no, siempre parecía falso. Siempre todos pensaban que era falso. ¿Para qué iba a hacer eso? Sentí impaciencia, se acercaba la hora.
Subí al metro tranquilamente, como siempre. Despertó en mí un súbito sentimiento. Me percaté de aquello, la ausencia; faltaba gente, faltaban almas, faltaba vida. No era solamente una simple carencia. No faltaban simplemente cuerpos físicos, no. Era una ausencia total, completamente vacía: de vida, de felicidad, de sentimientos.
No supe describirlo, ahí estaba yo. Pero estaba lejos de mi alcance. Algo incomprensible incluso para mí, frustrante.
Me rendí, dejé de buscar aquello. No sabía siquiera qué estaba buscando. Sentía la mente chafarrinada, vaya caos. Y para colmo, no recordaba nada; absolutamente nada de lo ocurrido recientemente.
Decidí abandonar, desesperada, aquella incesable búsqueda. Fue entonces cuando te vi ahí. Plantado delante mío, con gesto agradable. Confié, un error por mi parte. No debí hacerlo, aun así, fui.
Nos acercamos demasiado, entonces, me rozaste. Me giré, con la mirada perdida. Vi tu gesto amenazante, me reí.
No debí hacerlo, soy completamente consciente.
Te maté, no gritaste, otro menos.
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Este relato me es muy especial. No es, simplemente, una historia aburrida. Lo he escrito con un truco: truco, secreto, dificultad, cómo quieras llamarlo. Todas las frases tienen seis palabras; todas sin excepción, las he contado. La gracia es que tuvieran seis; ni una más, ni una menos. Eso me fue lo más difícil.
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Historias ocultas tras el objetivo de una cámara
Cerita Pendek«Relatos cortos y no tan cortos que una vez mi mente una vez perdió y volvió a encontrar tiempo después.» En octubre de 2010, una yo muy despistada pero feliz empezó un curso de escritura -casi- sin saberlo. (Yo creía que era un club de lectura pero...