13. Our silence

83 8 2
                                    

Aún nos encontramos sentados en su cama: una cama grande de matrimonio, con las sábanas limpias, blancas y finas. Estamos situados en el borde derecho, charlando como si nada, sin prever lo que está a punto de pasar, hablando de cosas triviales. Yo creo que ni me está escuchando, no por nada, sólo que me responde cosas sin sentido...

Ya estaba, desde hace un rato, pensando en irme, cuando ha dicho algo que me hace reaccionar:

- Y bueno... después de todo lo ocurrido... lo único que quiero es compañía... pero a veces me siento solo. –Dice con un tono apenado.

- ¿Por qué dices eso? ¿Acaso no estoy yo contigo?

Sí, claro que estoy con él, eso es obvio. Pero él no me está hablando de este tipo de compañía... es un chico adolescente, ambos sabemos a qué se refiere cuando dice "compañía".

- ¿Me harías un favor...? Por favor.

- Claro, dime –le digo a mi amigo, sin esperar, para nada, lo que va a decirme.

- ¿Te quedarías conmigo? ¿Esta noche?

- Y todas las que haga falta –respondo demasiado rápido. Me sonrojo y aparto la mirada. Vuelvo la mirada hacia él y sigue clavándome la mirada, con esos ojos color hermoso, y unos labios perfectos, y... y un pelo que no dejaría de acariciar jamás...

- ¿De veras harías algo así por mí?

No le respondo. Me he quedado observando sus ojos de ese color tan especial suyo. Y él también me mira a mí, con una mirada inquisitiva, como si esperara alguna respuesta.

- ¿Qué? –pregunto nerviosa, intentando, aunque en vano, disimular. Pero creo que sí ha notado mis nervios.

Se me acerca lentamente, huelo su aroma, la colonia que se puso antes de la cita. Me coge, con mucha suavidad la barbilla y posa sus labios sobre los míos.

Me ha besado.

¡Lo ha hecho!

No quiero parar.

Se ha apartado.

¡Oh, no! Yo quiero más.

Esta vez me acerco yo y le beso. Le beso con más ganas que antes, ya no siento vergüenza sino ganas de más, de más y de más; como si llevara años deseando que eso ocurriera.

No es como tantas veces había imaginado, ni el lugar, ni la situación, ni la manera: es aún mejor. Sus labios, su lengua. Saben genial. Quiero más.

Pero se aparta.

Me acaricia suavemente la cara, y aparta la mano de mi barbilla. La sube a mi pelo y me quita el flequillo de los ojos, me mira fijamente y no puedo reprimirme más; me tiro encima de él literalmente, y le beso apasionadamente en la boca, su lengua jugando con la mía, sus labios carnosos acariciando los míos. Es como una dulce balada, sin música ni letra: solos él y yo. Él cae con la espalda encima de las sábanas, haciendo un ruido sordo, como un "ploff"; y yo caigo encima de él. Espero no haberle hecho daño, aunque parece entretenido con otras cosas y deja la caída de lado.

Me rodea con sus brazos desnudos por la parte baja de mi espalda, metiendo las manos dentro de mi camiseta, cosa que me provoca un escalofrío, y no puedo reprimir una risita nerviosa. Me sonríe, con gesto afable. Me duele la barriga, me siento muy nerviosa. Eso nunca había pasado entre nosotros, aunque llevaba muchísimo tiempo deseándolo... y deseaba mucho más que eso.

Entreabre las piernas, no demasiado, y me recoloca para su comodidad. Me quedo sentada en su... noto algo. Me aparto entre nervios y risas y le miro sin disimulo el pantalón. Él sonríe satisfecho, se quita el cinturón y, mientras que con una mano sigue desabrochándose, con la otra me coge de la cintura para seguir besándome. Y le sigo la corriente.

Historias ocultas tras el objetivo de una cámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora