Capítulo 10

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POV. SAMANTHA

Me sorprendió ver a Hades sentado en tercera fila al entrar a la clase de Gestión Contable. En esta clase todos eran muy listos, tenía que estar a la altura y eso conllevaba no distraerse y trabajar duro.

Todo eso pensé mientras me sentaba al lado de Hades.

— Hola Sam.

— Hola Hades Johnson.

Pareció asustado, yo sonreí, satisfecha por mi casta investigación. Su cara se relajó en seguida, pero me sentía satisfecha de haber descubierto más de él.

— ¿Cómo sabes mi nombre?

— Te he encontrado en Instagram.

— ¿Tienes Instagram?

— Bueno, en teoría no, mi cuenta principal está borrada y mi padre no me deja tener ni siquiera móvil, pero sí, tengo una cuenta falsa.

— ¿Y no vas a darme tu número?

— ¿Para qué quieres tú mi número?

— Para hablarte.

Su sonrisa era contagiosa y prometía meterse en líos, sus intenciones no eran amistosas, así que negué con la cabeza y empecé a sacar el libro.

— Muy bien, puedes ponérmelo difícil si quieres.

— No te estoy poniendo nada ni fácil ni difícil, simplemente no estoy dándote pie a nada.

— Por supuesto que no, no hablo de eso Sam, qué mal pensada.

— Sí, seguro...

— ¿Qué problema hay con que quiera ser tu amigo?

— Que no quieres serlo, en realidad.

— ¿Porqué piensas eso?

— Coqueteas. — dije, encogiendome de hombros.

— ¿Cuando?

— Acabas de pedirme el número. — fruncí el ceño y él se encogió de hombros de manera inocente.

— ¿Dawson no tiene tú número?

— Dawson es mi mejor amigo.

— ¿Ves? Es posible tener amigos sin sexo de por medio.

Abrí los ojos como platos y miré alrededor, rezando para que nadie le escuchara. Hablaba demasiado alto, joder.

— ¿Te he dicho ya que tengo novio?

— Sí, le he visto, se ha presentado de una forma muy curiosa.

No puede ser, por dios, como James se haya puesto en plan gallito... No soportaba que los tíos fueran así.

— ¿Qué te ha dicho?

— Algo de partirme las piernas si me acercaba a ti y después ha metido a su padre de por medio.

Su risa me pareció curiosa, ¿le amenazan y se pone a reírse?

— Lo siento, él no debería haberte dicho nada.

— No importa, no voy a alejarme de ti.

— ¿Porqué? ¿Acaso tienes piernas de repuesto?

— Sí, una, cuando quieras te la enseño.

Me guiñó un ojo y mi estómago burbujeó mientras asimilaba sus palabras. Intenté disimular la sonrisa que me surgió mientras la profesora entraba por la puerta.

20cm InolvidablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora