Capítulo 27

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Se habían llevado a Hades, lo descubrí después de que me separasen de Júpiter.

Gente a cargo de mi padre se había llevado a Hades con ellos y no sabíamos su paradero. Yo estaba en un estado de shock preocupante, no sentía nada, o igual sentía demasiado. Habíamos intentado arreglar a Júpiter, limpié la sangre de su piel blanca y su pelo volvió a estar limpio y estaba estirada en el suelo, con las manos en su estómago. Tenía el hombro en carne viva y di gracias a que otra persona se encargó de limpiar la cantidad de sangre aye había.

Las únicas personas intactas éramos yo, Lydia y Levin, Andy tenía el brazo en carne viva, quemado. JJ tenía una bala en la pierna, Zack se lo había llevado al hospital porque él también estaba herido, pero no más de unos rasguños feos.

Y Hades no estaba.

Me senté en el sofá agujereado de balas y miré a Júpiter en el suelo. Se me había partido el alma, tan joven...

Lydia se paseaba por la casa limpiando cosas. Una parte de mí me chillaba que la ayudase, pero no podía, no era capaz, yo... Estaba en shock.

Debía pensar qué hacer con ella ¿qué le diríamos a sus padres? Por dios, en el lío que nos hemos metido.

Una cara conocida apareció en mi mente. Cogí mi móvil y teclee ese número al que tantas veces había llamado y ya me sabía de memoria.

- ¿Si?

- Hola Malia.

- ¡Sam! Hola ¿Cómo estás?

- Yo bien, oye, necesito tu ayuda.

- ¿Qué ha pasado?

- Mi... Caspian, ha ordenado poner bombas en nuestra casa.

- ¿En nuestra casa?

- En la de Hades.

- Oh, por dios ¿estáis todos bien?

- No. - se me rompió la voz al intentar responder.

- ¿Hay alguna baja?

- Sí, Júpiter.

- ¿Júpiter qué más?

En ese momento me di cuenta de que ni siquiera sabía su apellido. ¿Se lo había preguntado en algún momento? Era la peor persona del mundo. Me sequé la lágrima que cayó por mi mejilla y me obligué a hablar.

- No lo sé.

- ¿Tines algún dato más de ella?

- Está matriculada en el internado St. Beatrice, en Roma y es albina.

- De acuerdo, Sam, escúchame, voy a ir para allá.

- Vale.

- Estoy allí en veinte minutos.

Colgué y me tapé la boca para intentar no sollozar, verla tan quieta y tan callada era tan extraño, con lo movida que era.

Lydia se interpuso en mi vista, miré su cara y me devolvió la mirada de pena.

- Ven aquí.

Me levanté de inmediato y la abracé con fuerza. Sollocé sin poder evitarlo y no paré.

- Ni debimos traerla, maldita sea.

- Shh, no es nuestra culpa.

- Ella no debería de haber estado aquí.

Mi voz sonaba ahogada contra su hombro, a lo lejos vi a Levin distorsionado caminando hacia nosotras. Nos abrazamos los tres y creo que no fui la única que derramó medio océano.

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