Bajé por el montaplatos después de que Annie saliera de mi habitación. Desgraciadamente la persona que me esperaba en la cocina no era la persona que yo quería que fuera, pero tampoco me iba a quejar de que me ayudase.
Llevaba los fajos de billetes metidos en el sujetador y la pistola en la espalda. Jesse me ayudó a salir del pequeño cubo.
- Bueno, un trato es un trato, te toca.
Ni un "Hola", qué majo. Asentí y saqué los billetes ya contados de mi bolsillo. Los había separado para evitar que viera que tenía más dinero.
Él extendió la mano y yo puse el fajo de billetes encima.
- Toma.
- Gracias, toma la llave, si te pillan, no quiero saber nada.
- Tienes que esperar a que llegue.
- ¿Qué?
- Alguien ha de apretar al botón para que vuelva a subir.
Ese tío no se enteraba de nada, lo único que quería era sacarme dinero. Ya empezaba a caerme muy mal.
- Bueno, pues serán mil más.
- Cuando me subas te los doy, pero cállate ya.
Probablemente mi comportamiento era la de una niña pija malcriada, pero es que me estaba tocando demasiado la moral y necesitaba salir de aquí.
Asintió con las manos en alto.
- De acuerdo, pues aquí estaré ¿cuanto vas a tardar?
- Lo que tarde.
- Tengo cosas que hacer. - se quejó.
Le miré con cara de asesina y me acerqué a él.
- ¿Quieres el dinero o no?
- Sí.
- Pues ponte cómodo.
- Joder...
Se sentó en una de las sillas y yo me giré, ignorandole. Me había puesto una chaqueta para no pasar frío y cuando salí al exterior, lo agradecí mucho.
Nada más salir por la puerta de servicio había una calle junto con la carretera. Y un pequeño supermercado cerrado delante. No perdí tiempo y empecé a caminar por la carretera en busca de un taxi, no tardo mucho en aparecer uno, pero lo que tardó fue suficiente para congelarme las manos.
Me subí al coche y cerré la puerta temblando.
- Hola, al D-Star, por favor.
- Hace frío, eh.
- Sí, demasiado.
La conductora se rió y allí se acabó la conversación.
Mantenía la esperanza de que aquí también hubiera de esas máquinas expendedoras de tarjetas para el móvil, las había en Italia, ¿porqué no aquí?
No tardamos demasiado en llegar a ese hotel, al parecer, mi casa estaba muy bien conectada con todo. La fachada de ese edificio era impresionante, me encantaba la entrada con su puerta giratoria y ese recibidor tan acogedor con sofás de terciopelo negro.
Sin duda mi gusto por los hoteles era caro.
- ¿Puedo pagarte en euros?
- Sí, claro, son quince euros.
Asentí con la cabeza y saqué de mi bolsillo billete de veinte. Abre la puerta del coche y me fijé en los alrededores del hotel, no vaya a ser que me encuentre de frente con mi madre.
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20cm Inolvidables
Romance2a parte de 20cm de placer. Después de la trágica muerte de su novia, Hades Johnson sigue en la busca y captura del asesino de su familia y del amor de su vida. No va a dejar el pasado enterrado, sin embargo, después de casi un año de investigación...