Nora
Strange fascinations fascinate me.
Ah, changes are taking
the pace I'm goin' through. ʼʼNo fueron ni los rayos del sol ni la suave brisa que entraba por la ventana lo que me despertó, sino los constantes movimientos de Amaia en su asiento.
Hacía tiempo que no viajaba en autobús, y no recordaba lo incómodo que podía llegar a ser dormir en un asiento tan duro y pequeño, sobre todo teniendo a una compañera de viaje tan revoltosa.
A decir verdad, si no fuera por ella yo no estaría ahí, rumbo al aeropuerto de Barcelona para coger el primer vuelo hacia Sevilla, donde la Selección Española de fútbol disputaría su primer partido en la Eurocopa.
Todavía estaba terminando el primer curso de fisioterapia, no me veía capaz de ser la "aprendiz" de la fisio oficial de la selección: Amaia, pero, si no venía con ella, tendría que haber estudiado el doble para terminar el curso con buena nota, así que decidí hacer un sacrificio y hacer éste tipo de "trabajo", que se me quedaba demasiado grande.
Me preocupaba el tipo de personas que serían los jugadores, siempre los vi a todos como unos... niños prepotentes y malcriados, pero esa idea cambiaría a los pocos días de empezar a trabajar con ellos.
Ese viaje me cambiaría la vida, pero también me la desordenaría, aunque, como dicen, dentro del caos siempre encuentras la calma.Poco después de empujar varias veces a mi compañera para que me dejara espacio, simplemente me rendí y apoyé mi cabeza pesadamente contra el cristal del autobús, mirando fijamente y con la mirada borrosa hacia el atardecer que se abría frente a mis ojos, casi tan bonito como él.
Fruncí mi ceño y sequé el vaho de la ventana con mi mano para ver mejor... mucho mejor que antes, aunque mi estómago se revolvió cuando vi que, a lo lejos, ya se podía divisar el aeropuerto.
Me deslicé en el asiento y me puse la capucha de la sudadera negra que portaba, rápidamente sacando mi móvil y los auriculares para poder escuchar música y así relajarme un poco (además de que era una excusa para no tener que socializar con nadie.)
Pero era imposible tranquilizarme cuando nada más llegar vi aparcado el autobús del equipo, con el escudo plasmado en grande en uno de los laterales del vehículo y unos cuantos chavales bajando de él, muchos vacilándose entre ellos, empujándose o dándose abracitos. ¿Cuántos años tenían?
Pellizqué varias veces el brazo de mi compañera y amiga, hasta que, por fin, el perezoso se despertó, con un hilillo de baba resbalando por la comisura de sus labios y una mirada perdida que eran la clara imagen de que se había pegado una buena siesta.— ¿Ya es de día? —preguntó con la voz un poco ronca luego de carraspear y se estiró en el asiento, soltando un largo bostezo.—
— No, que ya hemos llegado. —respondí de mala manera mientras me quitaba un auricular y saltaba por encima de ella para poder salir de mi asiento y bajar del autobús, dejándola a ella atrás.—
Empujé con cuidado a la gente que obstruía el pasillo del autobús y bajé de un saltito las escaleras, esperando impacientemente que el conductor abriese el maletero. Poco después, y con el frío aire golpeando mi cara descubierta, escuché la voz de la misma chica que minutos antes cabeceaba contra mi hombro derecho.
— Juraría que he dormido un día entero, y eso que sigo teniendo sueño. —colocó sus gafas de sol, "a lo Pantoja", y sacó pesadamente su maleta del maletero, casi tirando también la mía de paso, pero la paré con el pie antes de que tocara el suelo.—
— Ni me hables, no he dormido casi nada por tu culpa. Casi prefería haber dormido al lado de un león. —refunfuñé casi sin saber de qué hablaba, y es que la alta música penetraba mis oídos, y me dirigí a los asientos del interior del aeropuerto.— aunque fíjate, a lo mejor ese león me hubiera comido y ahora no tendría que estar aquí. —resoplé con la nariz y crucé mis brazos en el asiento que había escogido, moviendo ambas piernas con rapidez y nervios.—
— No vale ser tan pesimista, te prometo que, aunque vengas aquí para estudiar, te lo pasarás bien. Los chicos son muy majos, algunos están incluso solteros, así que ya sabes... —codeó mi brazo una y otra vez, a lo que yo negué rápidamente y le di la espalda, haciéndome casi una bolita en mi asiento.—
— No creo que me guste ninguno, de todas formas. —hablé casi segura y cerré mis ojos unos segundos, o yo creí que habían sido segundos, pero las fuertes sacudidas que sentí en mi cuerpo me dijeron lo contrario.—
— Muchacha, que se va el avión. —un marcado acento canario me despertó junto a esas sacudidas, y al abrir los ojos me encontré con un chico que no solo portaba el chándal de la selección, también una cálida sonrisa que, aunque me inspiró confianza nada más verle, decidí aparentar todo lo contrario.—
— Pensaba que estaba teniendo una pesadilla hasta que abrí los ojos, ahora definitivamente la estoy teniendo. —sorbí mi nariz y cogí mi maleta y mi mochila, escuchando una risa proveniente del chico sin todavía nombre.—
— ¿Tendría que ofenderme? Porque la verdad es que me hizo gracia. —admitió sin borrar esa amplia sonrisa de su rostro y me guió hasta la puerta de embarque. Posteriormente, entré con él al avión, sin dirigirle ni una sola palabra durante el camino.—
— Supongo que gracias, emm... —y justo cuando el chico me iba a decir su nombre, el grito del entrenador hizo que casi se me saliera el corazón por la boca—
— ¡Siéntate ya, Pedri, que no va a despegar el avión por tu culpa! —exhausto, el hombre más mayor se tiró pesadamente en su asiento y negó varias veces con la cabeza, quejándose del chico. El pobre se sonrojó a más no poder mientras mordisqueaba su labio inferior y me miró.—
— Ya nos veremos por ahí, ahora me voy antes de que me manden al banquillo en todos los partidos. —apenado, sin saber por qué, me sonrió lastimosamente y se dirigió a su asiento, que estaba al lado de un chico alto y con barba. Vi cómo le daba unas cuantas palmadas a ese tal Pedri y le sonreía lascivamente, mirándome a mí de reojo. Lo ignoré por completo y me abroché el cinturón a la espera de mi compañera, que ni siquiera sabía dónde se había metido, hasta que segundos después la vi salir del baño del avión y se sentó a mi lado.—
— ¿Al final te despertaste? —preguntó más espabilada que antes y asentí.—
— No me quedaba más remedio, y menos con lo brusco que fue el canario de los cojones. —me acomodé en el asiento y estiré todo lo que pude mis piernas.—
— ¿Quién? —preguntó con una sonrisa y el ceño fruncido.—
— Ese de atrás. —disimuladamente, lo señalé con un movimiento de cabeza.—
— ¡Ah!, ¡¿Pedri?! —se sobresaltó en su asiento nada más verlo. su grito casi se pudo escuchar en el avión, sin olvidar que lo había señalado descaradamente.—
— No seas tan discreta, no vaya a ser... —rodé mis ojos y la agarré por la camiseta, sentándola bruscamente en el cómodo asiento. En el fondo quería morirme.—
El viaje, de apenas unas horas, transcurrió con total normalidad y tranquilidad, aunque sentía unas cuantas miradas posadas sobre mi persona, algo que llegó a incomodarme en su momento.
Sin embargo, y contra todo pronóstico, los chicos no armaron mucho alboroto, supongo que el entrenador sabía cómo mantenerlos a raya y no convenía molestarle.
No lograba sacar a ese tal Pedri de mi mente, y ni siquiera sabía por qué, pero me molestaba, y mucho, sobre todo al tener que tenerlo a escasos metros de mí al lado del que, más tarde, me enteré que era uno de los porteros del equipo.El avión comenzó a descender y una voz por megafonía nos dio aviso de que habíamos llegado a nuestro destino, donde empezaría toda mi aventura.
No sabía lo que se me venía encima.
°°°
Un poco cutre el primer capítulo y tal, pero es necesario para introducir la historia.
⚠️ IMPORTANTE LEER
LA DESCRIPCIÓN DEL FIC ANTES DE SEGUIR LEYÉNDOLO ⚠️Pa que luego no os llevéis sorpresas y tal.
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𝐁•𝐎•𝐘•𝐒 : pedri gonzález.
Fanfic𓏲ꪆ ˖· Fanfic LGBT+ del futbolista canario Pedri González. ║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║ ⌗ puede contener lenguaje explícito y escenas +18, lea bajo su propia responsabilidad. ⌗ posible mención de drogas y alcohol. ⌗ ambientado en la Eurocopa...