XXV

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Cada gota que recorría mi cuerpo me recordaba que yo aún seguía ahí, empapándome con la densa lluvia que caía del oscuro y nuboso cielo de San Petersburgo.
Era una completa tortura, pero era lo único que me hacía sentir vivo.
Ya no me importaba el frío ni las personas que se me quedaban mirando cuando pasaban a mi lado, mi mente solo estaba llena de escenarios catastróficos lejos de Unai, aumentando el daño psicológico que me causaba ser golpeado segundo tras segundo por cada fría gota de agua.
Levanté mi cabeza y miré hacia arriba, veía cómo el agua descendía de forma lenta, tal efecto óptico me hizo entrar en trance, aunque el agua se me metiera en los ojos era satisfactorio ver el momento exacto en el que una cascada fría azotaría mi cuerpo.
Mi cara estaba mojada, pero ya no sabía si predominaban las lágrimas o la gélida lluvia.

Sabía que los demás chicos estaban despidiendo la ciudad como merecía la ocasión; música, alcohol, comida a montones... pero yo estaba solo, lejos del hotel, quería disfrutar del viaje pero no podía, quizás alejarme de Unai arreglaría las cosas, olvidarme de él y de todo lo que sentí alguna vez. Me refugié como pude entre los edificios, caminaba sin rumbo alguno sin importarme si me llegaba a perder.
Mi móvil no sonó en ningún momento, parecía que los chicos no notaban mi ausencia, pero ni siquiera yo la habría notado.
Cuando pensé que ya no le importaba a nadie, los pasos acelerados de unas personas me pusieron en estado de alerta, me giré rápidamente y vi a los dos chicos que la noche anterior me consolaron, jadeando y empapados.

— ¿A dónde te crees que vas? —Dani me agarró por la chaqueta y me atrajo hacia ellos, impidiendo que pudiera dar un paso más.—

— A ninguna parte, realmente, ¿qué hacéis aquí? —sorbí mi nariz e intenté ocultar cualquier prueba que delatara que había estado llorando a mares.—

— Te hemos estado siguiendo todo el rato, queríamos ver a dónde ibas a llegar, pero ya me estaba cansando de la lluvia. —intervino Mikel mientras se pegaba contra la pared de un edificio, ocultándose de la lluvia.—

— No era necesario que vinierais, quería estar solo un rato. —intenté sonreír de la manera más creíble posible, pero sabía que lo único que había hecho era mostrar mi dolor.—

— Si no estuviéramos en un país a miles de kilómetros de nuestra casa, donde hablan un idioma diferente y por la noche, no tendríamos ningún problema en dejarte solo. —Dani subió su mano hasta mi hombro, yo dirigí mi vista disimuladamente hacia el lugar agarrado y suspiré, cerrando los ojos durante unos segundos.— Unai, ¿verdad? —torció su boca y yo entreabrí la mía, sabía que no me iban a salir las palabras tan fácilmente.—

— Eh... —me quedé callado y miré a Mikel, que me observaba esperando mi obvia respuesta.— sí. —me limité a susurrar y dibujé una mueca de lástima en mi rostro, Dani chasqueó la lengua y peinó mi mojado cabello con cuidado, haciendo que yo bajara la mirada al resultarme tan intimidante.— sigue enfadado conmigo, pero ahora ya no sé exactamente por qué. —apenado y mientras mordisqueaba mi labio inferior, miré desde abajo al chico rubio que acariciaba mi hombro con total tranquilidad.—

— Pues que le den a Unai, esta noche es para nosotros. —un animado Mikel se acercó hacia nosotros dos, poniéndose en medio de nuestros cuerpos y dirigiéndonos hacia algún lugar desconocido para los dos, y seguramente también para él.— estamos en Rusia, joder, y todavía no hemos tomado una gota de vodka, ya va siendo hora, ¿no? —nos apegó a él por los hombros, Dani mantenía una amplia sonrisa en su rostro mientras que yo simplemente miraba mis pies encharcados en agua.—

— No tengo yo el cuerpo para alcohol... —dije.—

— Solo unos chupitos, luego nos vamos al hotel con los demás, ¿sí? —Oyarzábal besó mi sien y yo negué, escuchar "los demás" ya me había revuelto el estómago de nuevo.— Pedri, no puedes girar tu vida entorno a una persona, mucho menos si te está haciendo daño. —ya serio, Mikel me habló soltando solo al rubio, que asentía ante sus palabras.—

 𝐁•𝐎•𝐘•𝐒 : pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora