XVI

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Pedri

I don't know where we're going, but I'd like to be by your side. ʼʼ

La gente comenzaba a espabilarse, el avión estaba a punto de aterrizar en Rusia y el viaje se me había hecho extremadamente corto. Me desperté abrazado a Unai aunque éste ya se había despertado, pero decidió dejarme seguir durmiendo.
Olmo se había permitido el lujo de apoyar sus piernas encima mía, y si no fuera porque teníamos que irnos ya, le hubiera dejado seguir en esa postura.

— Dani, despierta... —zarandeé su brazo y él soltó un gruñido, apartándome el brazo de un manotazo.— vamos a aterrizar, venga. —avisé e intenté quitarme sus piernas de encima, a lo que él resopló.—

— La próxima vez que queráis enrollaros hacedlo en la habitación, no me apetece escuchar los sonidos de vuestros besitos. —masculló asqueado y yo miré a Unai, que se había quedado igual de confuso que yo.—

— ¿Estabas despierto? —pregunté en bajo y él asintió, acomodándose en su asiento.— no me jodas... espero que no nos haya escuchado nadie más. —apoyé pesadamente la cabeza en el respaldo de mi asiento y suspiré.—

— Pues como sigáis siendo tan "discretos"... —dejó las palabras en el aire y dobló la manta que le había tapado toda la noche. Pocos segundos después, una voz por megafonía nos dio el aviso de que ya habíamos llegado.—

[...]

— Bien, hay habitaciones dobles e individuales, haced las parejas como queráis y dormiros ya, nada de andar de visita en la habitación del compañero. —Luis Enrique, que parecía ya estar un poco harto de nosotros, dio el aviso y desapareció por el pasillo del hotel con su maleta sin decir una sola palabra más.—

— ¿Duermes conmigo, Unai? —lo miré inocentemente desde abajo y él asintió, pellizcándome una mejilla.—

— Pero cada uno en su cama, ¿eh? —advirtió y yo me encogí de hombros.—

— Eso ya se verá... —susurré en un tono de voz casi inaudible y seguí a Unai por el pasillo para ya irnos a nuestra habitación. Cuando llegamos y Unai se disponía a abrir la puerta, Olmo apareció detrás nuestra y me agarró por un brazo.—

— Pedri, Pedri, ven. —tiró un poco de mí y yo miré al vasco, que parecía que había podido abrir la puerta con la tarjeta.—

— Os espero dentro, pero no tardéis, ya habéis escuchado a Luis. —habló y se metió en la habitación, llevando también mi maleta.—

— ¿Qué quieres? —le pregunté a Dani luego de asegurarme de que Unai ya estaba dentro.—

— Tengo algo para ti... —intentó sonar misterioso y llevó su mano al bolsillo trasero del pantalón, sacando un pequeño envoltorio cuadrado y plateado. — ¡tachán! Cortesía de la casa, úsalo con responsabilidad, ¿sí? —colocó el preservativo sobre la palma de mi mano y yo lo miré con una ceja enarcada.—

— No me digas que te has comprado una caja de condones solo para hacer la gracia.

— No, no, los cogí del baño del hotel. —explicó emocionado.— no sé qué talla es, pero supongo que le servirá a Unai, ¿no? —me arrebató el profiláctico de las manos y lo ojeó en busca de la talla.—

— ¿Y quién te dice a ti que el que se lo va a poner es él? —le quité de vuelta el pequeño objeto y lo metí en el bolsillo de la chaqueta.— ni siquiera creo que lo utilice.

 𝐁•𝐎•𝐘•𝐒 : pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora