VI

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Pedri

I'm breaking out
Last chance to lose control. ʼʼ

¿Cuál sería la forma correcta para declararte a tu amigo? Ni siquiera sabía qué iba a hacer exactamente, solo notaba cómo mi corazón golpeaba mi pecho sin piedad a medida que me acercaba a la figura del más alto, que se encontraba de espaldas a mí mientras charlaba con el míster.
El último mencionado se fue y yo aproveché para darle un toquecito en el hombro al mayor, que rápidamente se dio la vuelta para saber quién era el que le había tocado.

— Por fin apareces, ¿dónde estabas? —con una encantadora sonrisa revolvió mi cabello.—

— Pensando en mis cosas, ¿te parece si vamos a otro sitio más apartado? —pregunté con los nervios aflorando en mi piel y él asintió.—

— Vamos a la azotea, seguro que por la noche se ve preciosa la ciudad. —asentí y le seguí hasta las escaleras que llevaban a la azotea. Aunque estábamos casi seguros de que no se podía subir, de todas formas lo hicimos, esperando que no nos pillara nadie.—

Un fuerte viento golpeó mi cuerpo nada más salir al exterior, teniendo que encogerme para combatir el frío. Unai se dio cuenta y me pasó un brazo por los hombros, pegándome a su cuerpo fuertemente mientras me acercaba al borde de la azotea.
La gran ciudad, iluminada por las tenues luces nocturnas, se abría frente nosotros. Había luna llena, y a pesar de la contaminación lumínica se podían apreciar unas cuantas estrellas en el cielo. Era el lugar perfecto y estaba con la persona perfecta, ¿qué más podía pedir? Quizás tener un poco más de valentía.

— Es lo más bonito que he visto en mi vida. —murmuró el vasco y yo lo miré desde abajo, agarrando la mano que tenía posada sobre mi hombro.—

— Sí... —le di la razón, aunque realmente pensaba en él y no en las vistas. Me apegué más a su cuerpo y me atreví a rodear su cintura con el otro brazo, sin poder apartar mi vista de él. Me miró de reojo y sonrió, volviendo a posar su vista en el horizonte.— ¿por qué eres así? —susurré más alto de lo previsto, realmente no quería que me escuchara, y ahora no sabía dónde meterme. El chico frunció su ceño y me volvió a mirar, haciendo que casi me derritiera a pesar del frío que hacía.—

— ¿Así cómo? —soltó una risita y pellizcó con cuidado mi mejilla, a lo que yo tragué fuerte.—

— Así de bueno conmigo, si no fuera por ti quizás yo ya hubiera abandonado el equipo.

— Siento la necesidad de protegerte, además, no digas tonterías, todos los chicos te quieren mucho y te aprecian. —asintió lentamente con la cabeza y me agarró la cara por el mentón. Me asusté al momento de notar su mano, así que cerré los ojos por si acaso, pero solo besó suavemente mi frente.—

— Ya, pero... tú eres diferente a ellos. —me acerqué un poco más a él y él respondió poniéndose enfrente mía. Era el momento perfecto; su mano sosteniendo mi rostro, mi brazo rodeando su cintura y nuestros cuerpos a escasos centímetros.— te quiero mucho, Unai. —emití en un hilito de voz y sentí que Unai comenzaba a respirar más rápido, probablemente si pusiera mi mano en su pecho notaría su corazón golpear mi mano.—

El chico no decía nada, y el silencio me estaba matando, pero para mi suerte o desgracia, comenzó a sonar su móvil. Me separé rápido de él y me di la vuelta cerrando los ojos, maldiciendo por lo bajo.

 𝐁•𝐎•𝐘•𝐒 : pedri gonzález. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora