Dependiendo del contexto, 10 centímetros podía ser nada o podía ser todo.
Por ejemplo en el caso de un miembro masculino, podía pasar de ser un pene a dar "pena".
En esos momentos, Park JiMin sentía tanto dolor que jamás pensó en las consecuencias d...
Atención: Este capítulo contiene un extra con otra historia en conjunto(como una especie de universo alterno) No sé preocupen, entenderán cuando lo vean ❤️
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— ¡No puedo creer que me hicieran esto! — se quejó el rubio.
— ¡Fue tu culpa por no querer responder cuando te preguntaron! — le respondió Tae. — Además, fuiste bastante tramposo Mochi, ¡Habías elegido verdad y no respondiste la pregunta!
— ¡¿CÓMO SE SUPONE QUE RESPONDIERA ALGO ASÍ?!
" JiMin, JiMinnie querido..." la botella le había tocado a él, mientras ChanYeol había sido designado como su verdugo.
El rubio al ver la mirada diabólica en su amigo, tembló por unos instantes.
" ¿Verdad o reto? " preguntó el otro Park.
Temiendo cualquier represalia que pudiera salir de la boca de Channie, eligió verdad. Después de todo, ninguna palabra que pudiera salir de su boca podría ser tan mala.
O eso había pensado.
— ¡¿Te acostarías con alguno de los aquí presentes?!
El silencio se hizo presente en el lugar, e inconscientemente su mirada se dirigió hacia el pelinegro que parecía interesado en su respuesta.
JiMin fue incapaz de responder, por lo que decidió retractarse de lo dicho y elegir reto.
Era por eso que se encontraba juntando ramitas nuevamente.
ChanYeol, en un gran estado de ebriedad le había dado de prenda el traer 50 maderitas que podrían usar para el fuego luego, además de tener que preparar el desayuno para todos al otro día.
Estuvo a punto de replicar una y mil veces, pero recordó a su difunto abuelo.
"JiMinnie, hijo. Las deudas de juego siempre deben pagarse".
— ¡Maldito viejo, lo único que quería era robarse mis dulces!
Y era cierto, el abuelo Park JiMin era muy querido por toda su familia, tanto así que le habían nombrado igual a él y a su primo, en honor al anciano.
El problema era cuando el señor se cruzaba con un mazo de cartas, allí no existía ningún lazo que valiera.
Solía juntar a sus nietos los fines de semana a enseñarles todos sus trucos y mañas, mientras apostaban sus golosinas.
