Dependiendo del contexto, 10 centímetros podía ser nada o podía ser todo.
Por ejemplo en el caso de un miembro masculino, podía pasar de ser un pene a dar "pena".
En esos momentos, Park JiMin sentía tanto dolor que jamás pensó en las consecuencias d...
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— Eh... —
— ¡SIIII! — antes que el rubio pudiera siquiera negarse, el pequeño saltó a los brazos de Min. Quien diría que lo atrapó con una gran habilidad y demasiada naturalidad para el poco tiempo que llevaban juntos. ¿Debería estar celoso? — ¡Papá por favor! — JiMin se cruzó de brazos, inspeccionando al pelinegro al respecto. ¿Cuánta experiencia tenía YoonGi con los niños? ¿Qué tal sí le daba demasiada azúcar? ¿Qué tal si YoonGi le daba alguna comida que no le gustara a su hijo? O peor, ¿Qué tal sí su hijo manipulaba a YoonGi para hacer todas las travesuras que JiMin no le permitía hacer? Sabía que jugar con agua encabezaría la lista, ni hablar de la comida chatarra o perderse durante horas jugando a juegos que luego hacían que Uri soñara que había zombies en su habitación. ¿Qué tal s—
— Bien — aceptó desganado mientras los otros dos asentían contentos — Pero, quiero comprobaciones de vida cada una hora. Nada de dulces, nada de juegos violentos y con zombies, nada de jugar con agua que es invierno, nad— el pequeño hizo un ademán para que YoonGi le bajara de sus brazos — nada de acostarse tarde — el pelinegro mayor trataba de recordar todas las cosas que JiMin estaba diciendo hasta que vio como su hijo tomó la mochila del rubio y la puso entre sus manos — No películas de terror,
— ¡Si, si papi! — Uri tomó a su papá de la mano que no tenía ocupada y fue llevándole para la puerta de salida. — Ufff, ¡Mira la hora! — el pequeño miró en su muñeca hacia un inexistente reloj — Ya se te hizo tarde papi, no hagas esperar al tío Jinnie. — sin saber en que preciso momento, el menor había sacado a JiMin de la casa y le había cerrado la puerta en sus narices. — Fiu, pensé que nunca se iría. — YoonGi no sabía como reaccionar ante lo que sus ojos habían presenciado. Definitivamente su hijo era una caja de sorpresas.
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JiMin boqueó un par de veces ante lo que su pequeño le había hecho. Estuvo a punto de entrar nuevamente a su casa y regañarlo por la actitud que había tomado, pero Uri tenía razón que realmente era tarde, así que recordaría hablar con él para explicarle que aquella acción era de gente maleducada.
