💫Capítulo 27💫

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Y aquí estábamos otra vez, viernes, mis días favoritos sin duda. En esta ocasión el cine casero sería en mi casa. Harry, Elena y David fueron los primeros en llegar, los tres juntos, esperamos unos minutos hasta que llegaron Tyler y Eilean, sin embargo solo habían pasado para dejar las mochilas—trigueño haría una pijamada con el rubio luego y tenía todas sus cosas ahí—iban a buscar a Lisa y pues yo quería dar el viajecillo con ellos, así que Eilean me llevó en su bici como siempre, comenzaba a tomarle cariño a ese puesto, tendría que reclamarlo como mío oficialmente.

Los dos conducían a la máxima velocidad disfrutando de la brisa y el impulso de adrenalina que tenían al competir. Llegamos a la casa de Lisa, su abuela estaba en el portal y le preguntamos por la chica, esta salió unos minutos después, llevaba unos pantalones de pijama así que era obvio que no tenía intensiones de salir, Tyler en un intento—inútil pero intento en fin—le preguntó si no pensaba cambiarse y la esperaríamos, pero ella nuevamente repitió que no la dejarían a esta hora, había olvidado completamente lo de las pelis y no le darían la autorización de irse a última hora.

Así fue como regresamos por donde mismo vinimos, el rubio estaba decepcionado nuevamente, era el segundo plantón que le daban, debía ser frustrante. Por otra parte estábamos Eilean y yo, disfrutando de nuestro romance, era hermoso cuando una relación acababa de comenzar, la magia, la chispa, la conexión, todo era un cuento de hadas.

—Aún no puedo parar de pensar en lo que pasó el fin de semana anterior—me dice al oído mientras conducía, íbamos unos metros detrás de Tyler.

—¿En serio?—pregunto más bien para afirmar.

No puedo negar que me satisfacía escucharlo decirlo, eso lo haría más real que lo que yo podría interpretar.

—Super en serio—me susurra sensual y unas cosquillitas peligrosas suben por todo mi estómago—aún no supero la forma en la que lo apretaste con esa firmeza, fue delicioso—me sigue susurrando.

Una sonrisa de satisfacción se forma en mi rostro, claro que él no podía verlo por el nasobuco, pero entonces comenzó a gemirme en mi oído, de una manera tan sensual que creí que me caería de la bicicleta por perder el equilibrio.

Inconscientemente eché mi cabeza hacia atrás, apoyándola en su pecho y poniéndole más fácil su tarea.

—Ei...—traté de advertirle pero un gemido salió en su lugar.

—Deseo tanto estar a solas contigo, tocarte como nunca nadie te ha tocado y poner mi cabeza entre tus muslos y...—otro gemido aún más fuerte escapó de mis labios.

Fue obvio lo que me dijo a continuación, pero cuasaron el efecto deseado en mí y me dejó totalmente embobada durante el resto del viaje y sin poder decir una sola palabra.

Cuando llegamos a mi casa me recompuse como pude y traté de actuar normal con los chicos mientras Eilean se divertía sabiendo lo que intentaba ocultar.
Si algo podíamos decir de mi madre es que era una anfitriona perfecta, nos había preparado variedades de dulces para que disfrutáramos de la noche y todos estábamos obviamente agradecidos con su consideración. Como yo no tenía un cuarto-deportamento como Tyler, decidimos ver las películas en el televisor de la sala. Habían dos muebles con capacidad de una persona cada uno y uno grande para tres, sin embargo le había suplicado a mi madre que pusiera el colchón de aire también para estar todos cómodos y no tener que apretarnos.

Todos se habían situado en los sofás, yo era la única que estaba en el colchón, pero Eilean mientras venía terminando de comerse una rosquilla que acababa de tomar de la mesa buscó en su mochila, de ella tomó una almohada y una sábana que parecían confortables y se acercó a mí. Se acostó a mí lado mientras ponía la almohada en su cabeza y nos tapaba con la sábana, me acerqué a él y puse mi cabeza en su pecho como había hecho la primera vez, en nuestro primer encuentro, parecía que habían pasado siglos desde entonces y solo era prácticamente un mes de aquello, bueno como decía, él solo llevaba uno de sus clásicos abrigos puesto, este era azul y estaba abierto, estar tapado con un abrigo era demasiado, hacía frío pero no para tanto, sin embargo sabía que yo no estaba tan abrigada y por eso compartió su manta conmigo.

Como estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora