💫Capítulo 3💫

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Sábado 14 de noviembre

Este parecía el típico sábado, un día soleado, con el cantar de los pajaritos que mi papá tenía en sus perfectas jaulitas y cantaban hasta el cansancio, a los cuáles odiaba con el alma y les tenía pronosticado un secuestro, solo necesitaba a alguien que se los llevara lejos de mi vista, pero esa no era mi prioridad en este día.

A los chicos de mi salón se les había ocurrido hacer una especie de cine casero, aunque no iban todos los de mi salón, sino los que más hablábamos en el grupo, habíamos encajado muy bien y hasta parecía que en un futuro podríamos ser buenos amigos. Eran casi la una de la tarde, hora en la que supuestamente debería estar en casa de David, pero como yo soy yo no podía llegar temprano ni cuando iba a un lugar a divertirme. La idea de este día era que nos conociéramos mejor y acercarnos más, después de todo pasaríamos los próximos tres años de nuestra vida juntos.

—¡Ya me voy!—le grito a mi padre mientras salía por la puerta trasera, mientras me ponía el nasobuco, que puedo decir, el puto virus tocando las narices siempre.

Caminaba a un paso más rápido de lo normal, era pésima para los deportes y aunque la casa de David solo quedaba a dos cuadras de la mía según las explicaciones sobre su dirección que había entendido, aunque eso tampoco era muy confiable, yo era pésima para entender las direcciones, demasiados defectos en un ser tan diminuto, porque si, además de todo era bajita, era una minion de metro cincuenta y siete.

Cómo decía, con mis talones adoloridos y tan pesados que no podía dar un paso más, llegué a casa de David, grité desde la verja y en unos segundos él apareció en mi visión, era alto, castaño, ojos oscuros y bastante rellenito, andaba con unos shorts de cuadros y una camisa de rayas, al parecer nadie le había enseñado a combinar su ropa y yo no sería la que le diría lo fatal que resultaba esa combinación.

Me invita a pasar y yo atravieso el pequeño patiesito de concreto y me guía hasta una terraza donde habían varias sillas ubicadas para nosotros, o al menos eso supongo.
Algunas de las sillas ya estaban ocupadas, en una se encontraba Elena, en características físicas era bastante similar a mí, era una chica rubia de pelo lacio, ojos negros, delgada pero con bastantes curvas como para conquistar a cualquier hombre que la viera pasar a su lado, modestia aparte, había que ser sinceros, las diferencias empezaban a notarse cuando analizábamos su altura, ella si era alta, y bueno, yo tenía el pelo más largo, para que quitarme el crédito de mantener esta cabellera que llegaba hasta la mitad de mi trasero, era uno de mis mayores orgullo.
En la otra silla se encontraba Harry, era un chico un poco bajo, sus amigos le llamaban enano aunque me sacaba media cabeza, por lo tanto no podríamos decir que era un hombre tan bajo, o al menos YO no podía decirlo, era bastante delgado, su cabello castaño caía sobre su frente, sus ojos eran oscuros también, digamos que nadie de los invitados del día de hoy tenían los ojos claros, nos faltaban los clásicos ojos verdes o azules para transmitir un poco más de seducción en la mirada pero pos ni modo, que se le iba a hacer.

Junto a Harry estaba Gema, ella en realidad no era de nuestro salón, ni siquiera estaba en la preparatoria, era dos años menor, solo sabía algunas cosas de ella porque Harry me las había dicho, hablaba de ella a veces. Aunque no solo era la novia de Harry... también era la mejor amiga de la novia del sargento Willy, y pues para rematar Harry era el primo de la chica, se llamaba Carmen creo, en fin que ahí estaba Gema con su cabello castaño cayendo en rizos hasta sus hombros.
Por último estaba Jesús, era un chico de cabello negro con un peinado muy bajo, él era bastante alto,no llegaba a la altura de David que definitivamente era el más alto del grupo, pero si era un hombre alto, no podría decir con total seguridad su forma física, digamos que era medio, ni gordo ni delgado, simplemente normal, y con los típicos ojos negros.
Saludo a todos y justo cuando comenzaba a preguntarme quién faltaba para comenzar la tarde de cine la respuesta aparece ante mi, dos chicos cruzan la verja de la entrada que yo había atravesado hace unos minutos.

Como estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora