Capítulo 14: The taste of you

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Hope Elizabeth Rough

—¡No, Camilo!— solté otra carcajada. —Así no se hace un merengue.

Me miró y rodó los ojos. Oh, tenía ganas de darle un beso.

—Me dijiste que se ponían las claras a batir con el azúcar cuando te pregunté.

Asentí. —Sí, pero es el orden lo que hace la magia. Debes calentar primero el azúcar a parte, o ir añadiéndola de a poco, o calentarlas juntas. No se puede de una vez. O por lo menos, a mí no me gusta cómo queda así.

—¿Debo botarlo?— me preguntó.

—Sí, lamentablemente.

Asintió.

Sacó otro envase de claras. —Vale, lo haré de nuevo.

—Ten cuidado de que el envase no esté mojado, por favor.

Asintió y me dio una media sonrisa.

—Sí, señora chef— me dijo. Reí.

Con todo el problema de la demanda y el proceso judicial en el que se encontraba Camilo y la falta de su licencia, ahora este tenía muchísimo tiempo libre. Yo tenía que darme una vuelta en el estudio porque debía hacer grabaciones mañana y, sorprendentemente, Camilo iba a acompañarme. Esos habían sido nuestros planes a corto plazo hasta que Camilo se levantó de nuestra cama pidiéndome que hiciéramos un pie de limón.

Ya habíamos hecho la corteza de galleta y el relleno ácido de limón, pero estábamos batallando con la cobertura dulce porque Camilo estaba renuente a dejarme hacerlo por él.

Lo observé secar muy bien la taza, y desvié mis ojos algunos segundos a sus brazos supermusculosos que se marcaban cuando se encontraban en movimiento.

—Qué buenas vistas me está dando usted, señor Rough— dije poniendo mi mano debajo de mi mentón mientras me apoyaba en la encimera.

Me dedicó unos segundos con los ojos azules tan bonitos que tenía. Y me sonrió.

—Bien, empezaré de nuevo— susurró. Lo miré en silencio.

Puso las claras de nuevo en la batidora.

—No lo enciendas aún, amor. Pon el azúcar a calentar.

Asintió.

—Vale.

Hizo lo que le dije. Seguí mirándolo. Era muy alto y me estaba poniendo un poco tonta el hecho de verlo relajado, encorvado con ese perfil tan perfecto que heredó y de paso haciendo postres.

—¿Cómo sé cuando está lista?

Y esa boca llena que...

—Hope— escuché que me llamaba.

—¿Qué pasó?

—Acabo de preguntarte cuándo está lista el azúcar con el agua. ¿En qué estás pensando?

—Oh— me sonrojé, estoy segura de ello. —Cuando haga burbujas grandes y puedas hacer una pelota pequeña con tus dedos.

Asintió. Esperamos unos minutos, puso a batir las claras y luego, probó mi teoría.

—¡Está muy caliente!— exclamó llevándose el dedo a la boca. —Pero creo que está listo.

—Hay varias cosas calientes por aquí— dije apagando el fuego.

Sentí su mirada sobre mí. Me rozó la cintura para pasar a mi lado.

Sonreí.

—Vale, ¿Lo echo ya?

DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR  (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora