Capítulo 19: Lecciones de un Rough

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¡HOY TENEMOS UNA REUNIÓN! (A LAS 5PM POR ZOOM)

Hablaremos un poco y leeremos ROUGH. :) El link de la reunión de zoom estará en mi perfil. pendientes al mensaje que dejaré como anuncio en sus notificaciones. Me encantaría verlos ahí, desde mi corazón. 

Estoy emocionada por hablar con ustedes y conocerlos más.



Camilo Alexander Rough

Los pitidos de llamada sonaban en mi oído mientras esperaba a que mi padre contestara su celular. Uno, dos, tres veces. Movía la pierna con nerviosismo porque no podía más. Había tenido una pelea gigante con Hope. Otra. Miré el reloj. Marcaba las 6:30 pm. Ya habría salido del trabajo.

—Hijo— habló.

—Hola, papá— lo saludé. —¿Te pillo ocupado?

—No. Cualquier cosa puede esperar. ¿Tienes algún problema? ¿Estás bien?

—No— suspiré. —Necesito que me ayudes. 

—Habla— escuché que decía mientras de fondo percibí el sonido de una puerta cerrarse. —Estoy solo en la habitación. Tu madre salió con Mía. 

Asentí y, tomando aire, comencé a contarle por lo que estaba pasando. Por lo que estábamos pasando Hope y yo y todas las amenazas que había recibido, incluidas las notas. Esta semana habían llegado tres. 

—¿Por qué no hablaste antes, Camilo?— escuché su voz. Estaba molesto y quizá tenía razón. —Me parece irrazonable de tu parte querer arreglar todo tú solo como si fueras un maldito superheroe. Déjame decirte algo: no lo eres. Eres un maldito doctor. No eres un detective o un policía.

Me quedé callado.

—Tenemos los medios, maldita sea. Los tenemos. Tenemos todo lo que necesitamos para mantenernos seguros todos, y más contra unas malditas notas de mierda que ni siquiera sabes si son importantes. Cualquier persona puede escribir lo que dice ese papel. No entiendo cómo dejas que esto te supere.

Me quedé callado otra vez.

—Voy a viajar a New York mañana, ¿entendido? Y quiero que arreglemos esto. Quiero que aceptes la ayuda. 

—Sí. Está bien. Sólo... ¿podrías mantenerlo para nosotros por ahora? No tengo ganas de escuchar los sermones de todos. 

—Por ahora, Camilo. Pero en algún momento los vas a escuchar. 

—Está bien— le respondí. 

—Tráelo. Trae ese papel y tu maldito trasero al hotel. Y vas a traer a tu esposa también. Te enviaré un texto cuando llegue, seguramente en la tarde. 

Negué. —No quiero que lo sepa, papá. No quiero preocuparla.

Resopló. —A estas alturas la preocupas más tú. Arregla esto con ella, Camilo. No voy a permitir que lo arruines más. Se supone que son un matrimonio. Te sabes mi historia, todos la saben de pies a cabeza. Sabes que cometí un error que casi era imposible de perdonar hace muchos años. La confianza, Camilo, lo es todo. Y tú eres un Rough, pero no con ella. La vas a llevar también y es una maldita orden, hijo. 

y colgó.

"Eres un Rough, pero no con ella". Cuánta razón, papá.


Me levanté de la cama dejando el teléfono a un lado. Iba a salir a buscarla. atravesé el pasillo que me llevaba directo a la sala y, a través del ventanal, la vi sentada en una de las sillas para exterior con un libro y un café. 

DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR  (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora