Wordsbyem—Hola, señorita. Buenos días. ¿Puedo tomar su pedido?— el hombre de tés Morena y de sonrisa resplandeciente me preguntó. Con la misma amabilidad que la última vez que estuve aquí.
Asentí con una sonrisa. —Buenos días. ¿Me recomiendas un buen libro?
—Hay una biblioteca llena de ellos. Si me lo permite, recomendaría a una escritora nueva. Acaba de llegarnos uno de sus títulos y se lo han llevado como pan caliente.
—Soy toda oídos. ¿Cuál es ese libro?
—Un Buen Amor— dijo, y tuve que sonreír.
—Gracias, Jacob. Me encantaría un latte grande, un pedazo de pie de limón y ese libro para leerlo, por favor.
Asintió. Antes de irse me sonrió como si mi estadía aquí fuese un poco más especial. Y volví a sonreír, porque lo era.
Volver a este lugar, a Reads Café, siempre significa, en este caso, que hay cosas que debo culminar. Es un lugar agradable. De mis favoritos, quizá. Es un núcleo familiar y amoroso que es difícil comparar con algún otro.
Dije que volvería y aquí estoy, sentada desde donde puedo tener una vista casi completa del lugar. O por lo menos de la planta baja donde yo me encontraba.
Jacob dictaba mi orden con sumo cuidado.
Y Nikos, que llegaba con nuevas cajas cargadas por sus brazos musculosos, se ofreció a hacerlo. Vi cómo se lavaba las manos y ponía especial atención a esa alianza de oro que tenía en su manos por tantos años. Luego, observé cómo me dedicaba una mirada muy fugaz. Sonreí. Yo no era nadie especial, pero era alguien para estas personas. Aún cuando no sabían el porqué.
Él mismo lo puso frente a mí con todo lo que había pedido antes. Sonreí ante la portada de Un Buen Amor. De mis favoritas.
Le agradecí.
—Esto va por la casa, señorita...
—Emily— respondí sonriendo. —Me llamo Emily. Y muchas gracias, Nikos. Qué encantador de tu parte.
Le di el primer sorbo.
Uf.
—Tienes el mismo nombre que mi cuñada, ¿sabes? Te me pareces en algo a alguien... pero no sé qué es. ¿Conoces a Emily? ¿Rough?
Reí.
—Estoy segura de que no me parezco en nada a ella. Pero sí, la conozco. Es muy increíble. También te me haces conocido.
Asintió.
—Es estresante no saberlo.
—No importa. Puede ser que sea uno de estos encuentros donde sientes que conoces a una persona mucho. He venido antes a este lugar, también debe ser por eso.
Y yo lo conocía muy bien. Tal vez demasiado.
—Bueno, puedes tener razón en eso. Tengo que irme, mi familia ya llega y tengo que fastidiar a ciertos niños que acaban de casarse. Porque mi hija se casó, ¿sabes? En el Central Park. Fue la mejor boda de todos los tiempos. Fue hace varios meses pero para mí aún acaba de pasar y lo amo.
Asentí, ya comiendo y bebiendo con tranquilidad en presencia de un viejo amigo.
—Oh, sí. Vi las fotos. Fue hermoso. No te preocupes, ve tranquilo.
Asintió.
—Gracias.
—¿Por qué?— fruncí el ceño.
—Eso es algo que no sé. Pero siento que debo hacerlo. Así que gracias.
Y el corazón se me derritió poco a poco.
Pronto llegaron los susodichos. Bronceados, felices y tomados de la mano. Venían con una sonrisa inmensa, con un aura de alegría infinita y con la ilusión por las nubes. Estaban completos hasta ahora. Esperando por ese futuro prometedor que sabían que tendrían.
Mía llegó después, con la actitud de una persona que se guarda un secreto Preciado. Porque los secretos de amor son comunes en esta familia.
Ya contaría la historia dentro de nada.
Hoy tampoco se publicaba ningún libro. Nikos no lo haría y yo tampoco. No hoy. Y eso no le quitaba el Aura especial que sentía cada vez que me encontraba dentro de este lugar.
Muchísimas cosas han cambiado. No por eso se dice que los años no pasan en vano. Habíamos crecido, todos.
Y nos habíamos vuelto mejores.
Me levanté, metiendo el libro en mi bolso. Y me acerqué a la barra para pedir uno para llevar. A medida en que me acercaba notaba cómo esas personas que conocía tan bien se aglomeraban de forma lenta.
—Quisiera otro café para llevar— sonreí a Hope que se había puesto detrás de la caja cuando me acerqué.
Asintió sonriendo.
—No hay problema. Mi padre me dice que eres una invitada.
Sonreí.
—Es muy generoso de su parte. Al parecer lo soy.
Y comenzó a prepararlo con sus manos. Camilo la veía con amor sentado a mi lado. Tuve cuidado de no rozarlo. A mí también me molestaba que tocaran mis codos.
Se dio cuenta y asintió en mi dirección. Era su forma de hacerme saber que tenía su respeto.
—Felicidades— les dije a ambos. —Hacen una pareja de muerte lenta. Me alegro por ustedes.
Sonrieron en conjunto.
—Gracias— respondió Milo.
Hope me tendió el Café y me obsequió algo dentro de una bolsa de papel. Le agradecí sin abrirlo y me dispuse a dar la vuelta, no sin antes despedirme.
—Espera— me llamó Hope. —Olvidaste el azúcar.
Milo miró en su dirección. —Tal vez lo toma como yo, Hayat. Sin azúcar.
Sonreí. Eso era cierto.
—Puedo darte unos sobres para llevar. Por si acaso. ¿Quieres?— Insistió.
Asentí.
—Dos, por favor.
Y su sonrisa de agradecimiento se mantuvo en su rostro hasta que no la vi más.
Nos volveríamos a ver pronto.
Porque yo siempre volvía.
Fin
🤍
Hoy cumplimos un año de haber comenzado DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR y me llena de felicidad poder terminarla justo hoy.
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DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR (COMPLETA)
RomanceCamilo Rough se había convertido en un médico de renombre, dejando -si se podía- el apellido más famoso de Estados Unidos en un nivel mucho más alto. Tenía todo lo que un Rough posee por excelencia: El buen físico, la inteligencia y, por sobre todo...