(+18)
Ya sabes qué hacer si no te gusta leer cosas así. No soy excesiva y tampoco detallo las cosas de forma cruda, pero igual cumplo con avisarte.
No será todo el capítulo, así que salta solo hasta que cambie de escena.
Te quiero.
Camilo Alexander Rough
Sentí movimiento en la cama. Hope cambiando de postura. Pasó su pierna sobre mi cuerpo y se pegó más a mi pecho. La entendía. Hacía frío. Metí una de mis manos en su cabello y con mi otro brazo la rodeé. La sábana nos cubría ambos casi por completo.
Una mirada rápida hacia el reloj en su mesa de noche me hizo saber que eran las 2:30am.
Volví a dejarme vencer por el sueño en segundos.
La siguiente vez eran las 4am. La sentí levantarse para ir al baño y, cuando la sentí volver, noté que dejaba un beso debajo de mi mandíbula.
Metió las manos debajo de mi camisa y yo la rodeé completamente del cuello con mis brazos hasta dejarla junto a mí otra vez.
Ella quería un cuerpo a cuerpo. Yo también.
Con las luces apagadas en el cuarto y con el aire acondicionado fuerte, Hope se subió encima de mí. No hacía falta verla. Era preciosa. Así, sin peinar, despreocupada y suelta.
Escuché el roce de su camiseta en su piel mientras de la quitaba. Sus manos de deslizaron de forma ascendente sobre mi abdomen, quitando la mía a su paso. Me levanté un poco para ayudar a que fuera más fácil y la rodeé de la cintura mientras mi boca y la de ella colisionaban por fin. También me rodeó.
Comenzó a rozarse contra mí de esa forma que ella sabía que a mí me volvía loco. Mis manos la apretaban en la cadera. Varios minutos estuvimos inmersos en besos, en respiraciones y en un vaivén lento entre nuestras prendas inferiores.
El vello del cuerpo se me erizaba.
Se separó de mí para poner su mano en mi pecho y echarme hacia atrás, claramente quería que me acostara nuevamente. Entonces ella se inclinó y comenzó a repartir besos húmedos, pequeños y regados desde mi boca, pasando por mi mandíbula, mi cuello, mi clavícula, mi hombro y mi pecho.
Cerré los ojos dejándome hacer mientras tenía una mano detrás de mi cabeza, sosteniendo hacia atrás mi cabello y con la otra mano en una de sus piernas.
Ella iba pasando por mi abdomen. No fue difícil imaginar lo que quería hacer. La ayudé nuevamente con las prendas.
Volvió a lo que estaba haciendo antes. Pero antes de comenzar a realmente hacer lo que quería hacer, me pidió que la tomara del pelo. Que la guiara. Y lo hice. Lo hice con los ojos cerrados, dejándome dominar por lo que ella lograba en mí y en las sensaciones sus acciones me provocaban.
Movimientos ascendentes y descendentes, respiraciones profundas.
"Aguanta un poco, amor".
La recuperación del aire.
El siseo.
"Ahí"
"Ven"
"Para, para"
Y el beso final cuando no pude aguantar un minuto más. La atraje hacia mí y la besé como se besan a las cosas preciadas.
Y nos di la vuelta. Me tocaba a mí. Me apetecía, me nacía. Quería que ella experimentara lo que yo.
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DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR (COMPLETA)
RomanceCamilo Rough se había convertido en un médico de renombre, dejando -si se podía- el apellido más famoso de Estados Unidos en un nivel mucho más alto. Tenía todo lo que un Rough posee por excelencia: El buen físico, la inteligencia y, por sobre todo...