DOS DE AZÚCAR, POR FAVOR (COMPLETA)

Capítulo 2: Rough made

Grupo de WhatsApp 'Whole Gang'

Alex Rough: Hola a todos. Sé que es momento para la reunión familiar aquí en Miami. Sin embargo, he decidido que necesitamos vacaciones familiares. Nos vamos al Caribe y de una vez les hago saber que no me importan ninguna de sus excusas. Todos van a tomar un vuelo y todos van a estar presentes en el viaje. Amanda revisó sus agendas y ninguno tiene algo tan importante como para no traer su trasero a Florida. Es navidad, así que me la suda.

Si alguno no llega a venir juro por Dios que voy a traerlo. Son dos semanas, así que hagan bien las cuentas. El único que tiene derecho a réplica es Milo, y si acaso. Igualmente va a venir y aquí es donde va a replicarme. Pueden traer invitados.

Nos vemos.

Camilo Alexander Rough

Viajar con mi familia era un tema. Mientras Nikos iba pegado a mi tía Ana quejándose por viajar hacia donde estaba mi papá, mi tío Tobías iba metiéndose con él por marica. Creo que por eso los demás elegían viajar por separado. Yo no, a mi me divertía aunque a veces me irritara. Además, Nikos no me dejaba porque 'la familia viaja junta'. Buah, imaginen mi cara.

La cirugía había sido un éxito. Mi pequeña paciente y futura ayudante estaba en su casa comiendo sano y enviándome fotos de su recuperación. Todos mis pacientes estaban de alta y en perfectas condiciones. Menos la tía Amanda, a ella la revisaría al llegar.

Respiré profundo ante la idea de un nuevo viaje familiar. Paciencia, paciencia. Miré a través de mi ventanal en la sala como cada mañana en la que estaba libre. Tenía el día relajado y sólo una revisión para mañana temprano. Tenía que escribirle a mi secretaria para que pasara las citas que podría tener en el resto del año para el siguiente. Ojalá no se presentara ninguna emergencia. Huir de mi familia siempre era difícil.

No respondí el mensaje que mi papá envió al grupo, nunca lo hacía. Ellos ya sabían que lo había visto y que, si o si, tendría que acatar órdenes. En esta ocasión más. Alexander Rough había hablado. Fui a la habitación nuevamente con ganas de introducirme por segunda vez en la cama y dormir un rato más, pero casi enseguida me invadió el pensamiento -muy lógico- de que estaría dos semanas con mi familia afuera y que me iba a sobrar el tiempo para dormir.

Haría ejercicio. Me cambié el pijama por un short de deporte y dejé mi torso descubierto. No iba a usar ningún implemento y no iría a correr, así que no me calcé los zapatos. Pondría música y entrenaría el tren superior de mi cuerpo en la sala. El estilo simple que tenía mi casa me dejaba espacio de sobra para eso.

Miré el reloj cuando volví a salir a la cocina. En el momento en el que mi mente comenzó a maquinar los porqués de que Hope no se haya reportado, mi timbre sonó. Ahí estaba. Me fui a abrir la puerta y me topé con ella en shorts deportivos y un bra que podía volverme loco, si.

—¿Pero tú cómo vives con esa cara?— saludó. Miré hacia el techo. Ella era hija de su padre. —Y con ese cuerpo, por Dios.

La atraje hacia mí y la envolví en un abrazo en el que enterré mi cara en su pelo, así dejaba de decir tantas tonterías.

—Hueles rico— dijo. No, ni así se callaba. Besé su mejilla y terminé de darle el paso a mi casa.

—Entra. Estaba por entrenar— le dije. Escuché cómo se cerraba la puerta y luego el sonido de ella dejando su teléfono y sus llaves sobre la encimera de mi cocina. Y una pequeña bolsa de una tienda. No pregunté.

—Oh, que bien. Yo también iba a entrenar. ¿Viste el mensaje de mi tío?— me preguntó. El amanecer le estaba dando paso a la mañana en su esplendor, por lo que apagué las luces que había encendido en la cocina hace un rato. Asentí a su pregunta.