Capítulo 3

3.2K 236 34
                                    


¿Estoy viviendo un día más o un día menos? Sinceramente no era consciente de ello. Estaba cansada, extrañaba a mi familia y me encontraba yendo hacia una cacería en donde la presa era yo.

-¿Está lista, Señora? -preguntó mi chofer al detenerse en la entrada.

-Nací lista, Julio -sonreí. Este tipo de situaciones no me quitaban el sueño.

Bajé del auto con seguridad y de inmediato un montón de flashes dispararon directo a mi cara. Les sonreí.

Era el primer aniversario al que asistía, la primera vez en donde el presidente era otra persona y no Enzo, era mi fiesta de presentación y todo debía quedar perfecto.

Llevaba puesto un vestido de tirantes de satén color bronce que hacía que mi piel oliva brillara como nunca. Una coleta en lo alto de mi cabeza dejaba ver el enorme escote en mi espalda, un antifaz negro enmarcaba mis ojos y un labial rojo intenso besaba mis labios.

Saludé a los reporteros y respondí unas cuantas preguntas ignorando por completo todas las que tenían que ver con mi vida personal, esa parte de mí en nada tenía que ver con D'accardi Electronics.

Entré y confirmé que el salón de eventos que había elegido era perfecto. Un montón de elegantes luces doradas y la banda sonara en vivo era todo lo que necesitaba para darle vida.

El acto protocolar empezó, agradecimientos, nuevas políticas y entrega de incentivos para los empleados más leales y trabajadores, mi inevitable discurso que, para tragedia de muchos, había salido perfecto. La fiesta por fin podía empezar.

Sentada en la mesa principal cada tanto me arrepentía de no haber venido acompañada de Gustav, pero todas las veces me retractaba al recordar el por qué estaba ahí, sería muy poco insensato e irrespetuoso de mi parte.

Me tomaba la segunda copa de la noche cuando una mano se posó frente a mi. Levanté la vista y un hombre alto con un elegante traje y aroma envolvente me sonrió, una corriente viajó por toda mi columna y visitó todos mis sentidos. La máscara cubría todo su rostro y aunque me vi tentada a arrancársela de golpe, respiré profundo y controlé ese instinto casi animal que brotaba de cada uno de mis poros.

-¿Bailamos? -preguntó después de un rato al no obtener ninguna reacción visible de mi parte.

-Si, si -sonreí amable y tomé la mano que me ofrecía. Estaba ahí para darme a conocer y crear lazos con mis empleados, distribuidores, clientes y socios.

Fuimos hasta la pista y nuestros cuerpos empezaron a moverse al compás de la armoniosa melodía que tocaban en ese momento. Posó su mano en mi espalda baja sin titubear, como si antes hubiera estado ahí, no me incomodaba en lo absoluto.

-Ahora me arrepiento de hacer que todos vengan con máscaras y antifaces -lancé para romper el intenso pero nada incomodo silencio.

-¿Por qué? -la música era demasiado alta, pero mis oídos habían escuchado esa voz antes, estaba segura.

-Tengo mucha curiosidad de ver su cara -dije sinceramente y lo escuché reír. Esa risa.

-¿Nos conocemos? -pregunté luego de un rato al no obtener ninguna respuesta de él.

-Quizá en alguna vida pasada, Señora Palumbo -gruñó en mi oído como si me reprochara algo. La canción acabó y sin darme tiempo de decir nada más, se marchó. Cuando reaccioné ya era tarde, se había perdido exitosamente entre la multitud.

Anduve por todo el lugar asegurándome de que todos lo estén pasando bien, aunque sinceramente tenía otras razones.

-Nena -Dylan se acercó hasta la barra donde me encontraba pidiendo mi siguiente trago-. ¿Cómo lo llevas?

-Bien -le sonreí. Nos habíamos dividido para captar la mayor cantidad de personas a nuestro bando, en la guerra no hay reglas, ¿cierto?

-¿Buscas a alguien? -mi vista seguía viajando por todo el lugar y él lo notó.

-No -mentí. Poco después me entregaron el trago y tomé mi bolso-. A trabajar, no te pago para que descanses -me mató con la mirada y me escapé de ahí sonriendo.

La fiesta avanzaba sin sobresaltos, todo pasaba justo como estaba planeado, lo único que me inquietaba era ese chico misterioso con el que había bailado. ¿Por qué de repente me importaba tanto? Sacudí mi cabeza y sonreí para mi, seguramente era solo uno de los empleados con los que había tenido roce y solo se hacía el gracioso, no tenía tiempo para perder en tonterías.

Fijé mi vista en la pista y solo el grupo más joven de los invitados seguían con ánimos de continuar la fiesta, qué hermosa era la juventud. Miré a Julio y de inmediato captó el mensaje, era hora de irnos. Me despedí de Dylan a lo lejos que al parecer aún charlaba con unos cuantos clientes y me dispuse a salir de ahí, decir que estaba agotada era quedarse corta.

Ya en casa, luego de un merecido baño y hablar un poco con Gustav y los niños a través de una videollamada, empecé a dar un vistazo a las noticias de entretenimiento de la ciudad que no perdieron el tiempo en publicar fotos acerca del aniversario y su nueva presidenta. Un noventa y cinco por ciento de los comentarios nos favorecían tanto a mi como a la empresa, estaba aliviada.

Justo cuando estaba por dejar mi iPad a un lado e irme a dormir, la imagen de un hombre en una de las fotos de la prensa hizo que palideciera. El chico misterioso con el que había bailado antes y que tanto me había intrigado estaba detrás de mí, mirándome desde el anonimato y una de sus manos acomodaba su máscara haciendo que su muñeca quedara al descubierto, tenía un tatuaje, el mismo tatuaje que tenía yo.

---------------------------------------------------------------------------------------------

¡No tengo palabras para agradecerles todo el amor que me dan! 

Muchas gracias por tanto

❤️

EscógemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora