Capítulo 8

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-¿Crees que pueden estar listos en una semana?

-Perra, creo que olvidas con quien estas hablando -sonreí.

-Con alguien que necesita unas vacaciones -le lancé y suspiró.

-Sin mi chico las vacaciones no son iguales -Fabio recién había terminado con su pareja y se mataba trabajando para no pensar en él.

-Seguro pronto vas a encontrar a alguien mucho mejor, relaja tu vagina -bromeé para hacerlo reír-. Solo debes salir más de este puto taller.

-Si mis amigas me invitaran a bailar hoy, quizá mi animo mejoraría -lanzó haciéndose el mártir y rodé los ojos divertida.

-Es cierto, hace mucho no salimos los tres solos. Hagámoslo -chocamos cinco y llamamos a April que accedió de inmediato.

Llegué a casa y después de cenar y asear a los niños para dormir, examiné mi clóset de arriba abajo. Creo que necesitaba esta salida igual o más que Fabio.

Me regalé un baño largo y reparador y luego opté por secar y hacer ondas suaves en mi pelo. Por motivos laborales, casi siempre lo llevaba recogido y por eso quería que esta noche fluyera suelto.

-¿Tenemos un compromiso hoy? -Gustav entró a la habitación y por alguna razón que desconocía, tenía a Alessandra en brazos. Se suponía que dormía.

-¿Y esta intrusa? -dije con una sonrisa y ella traviesa se escondió en el pecho de su padre-. Saldré con April y Fabio -terminé de acomodar mi pelo y fui por la ropa que había elegido.

-¿Y eso? Acabo de despedirme de Dylan y no me dijo nada.

-Porque ustedes no están invitados -odiaba ponerme medias, pero ya se empezaba a sentir el frío y sea como sea me pondría esa falda de cuero hoy.

-¿Perdón? -lanzó en voz baja mientras acariciaba la espalda de la niña que estaba quedándose dormida.

-Solo saldremos nosotros tres, Gustav -repetí mientras le sonreí al espejo. Amaba esas botas altas. Al no tener respuesta de su parte volví mi vista hacia él -¿Qué?

-¿Por qué de repente quieren salir solos?

-Porque hace mucho no lo hacemos -tomé un suéter de cuello de tortuga que completa mi outfit. Estaba hermosa.

-Qué coincidencia -gruñó sarcástico y lo miré confundida.

-¿De qué hablas?

-Hace años no salen solos y justo ahora quieren hacerlo.

-¿Qué tiene de malo? -enarqué una ceja.

-Nada, solo que me parece extraño que justo ahora que sabes que D'accardi está vivo empiezas hacer este tipo de salidas -lo vi sin darle crédito. ¿Estaba hablando en serio? Quise responderle pero no iba a tener esa conversación con mi hija presente, así que solo tomé mi bolso y mis llaves y salí de la habitación.

Fui hasta el parqueo y tomé uno de nuestros autos. Por puro gusto y para joder más a mi esposo, hoy saldría sin chofer o seguridad. Ya era hora de que la Abigail que era antes, volviera.

Bailábamos los tres en el medio de la pista como si fuera nuestra. Por primera vez en años, estábamos en un lugar normal y no alejados de lo bueno subidos en una sala VIP.

-¿Por qué dejamos de hacer esto? -April nos gritó mientras bailaba para mi y ambos reímos.

-¡No lo se! Hay que hacerlo al menos cuatro veces al mes -bromeé y asintieron con una sonrisa.

Volvimos a nuestra mesa para descansar y pedir otra ronda. La noche era joven y estaba segura que iba a necesitar un taxi para volver a casa.

-¿Qué mierda hacen aquí? ¿Por qué no fueron a una sala VIP? -volteé incrédula queriendo creer que mis oídos estaban escuchado mal.

-¿Qué haces aquí? -estaba molesta y no iba a fingirlo.

-¿Les molesta que haya venido? -preguntó mirando a mis amigos que incómodos negaron con la cabeza.

-Hablemos afuera -tomé mi bolso con brusquedad y salí sin esperar su respuesta. Era una bomba a punto de explotar.

-¿Qué mierdas te pasa, Gustav?

-¿Ibas a hacer algo que no deberías? ¿Por qué te molesta tanto que haya venido?

-Solo quería salir con mis amigos, sin ti -grité-. Ultimamente te la pasas todo el puto día preguntándome donde estoy y que hago, ¿qué pretendes?

-Bambola, entiéndame. Desde que se que ese hombre está vivo, yo...

-Me importa una mierda, Gustav. No te he dado motivos nunca para desconfiar de mi. Enzo ni siquiera está en Italia, ¡por Dios!

-La ansiedad me está matando, nena -intentó abrazarme por la cintura pero no lo deje.

-Te estás matando tu solo y esa actitud tuya me está cansado -debía frenarlo de golpe o esto no pararía.

-Solo vámonos a casa, Bambola. Por favor -negué.

-Aún no me quiero ir y no me iré. ¿Viniste solo? Vete de la misma manera -le lancé con seguridad y di la vuelta para volver a entrar.

-¿Por qué no me obedeces? -gruñó tomándome del brazo y lo miré riendo.

-¿Acaso crees que soy una de tus hijas, Gustav? -intenté zafarme pero no me dejó-. ¡Suéltame!

-Estas haciendo que mi paciencia se agote, Abigail -su voz estaba tomando un tono que no me agradaba, igual no iba a ceder y logré escapar de su agarré.

-Voy a entrar.

-¿Sabes qué es lo más curioso? -lo escuché reír con sarcasmo-. Que Juliette me advirtió que esto pasaría.

-¿Perdón? -si quería tener mi atención de vuelta lo había conseguido.

-Me dijo que debía cuidarte, que no podía olvidar tus raíces y de donde te había sacado. ¿Es que acaso mi fortuna no es suficiente para ti? Puedo trabajar más y hacerla crecer como la de D'accardi, ¿eso sería suficiente para ti? -me quedé en silencio, viéndolo con la cara llena de lágrimas y solo cuando vio mi reacción se dio cuenta de lo que había dicho.

Vi sus intenciones de acercarse a mi, pero el simple hecho de ver su cara me lastimaba. Cuando logré que mi cuerpo me respondiera salí de ahí  corriendo con dirección a los parqueos.

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Buenas noches, Palumbit@s

¿Cómo va su domingo? (:

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