-¿Por qué están tardando tanto? -no paraba de mover mi pierna derecha y morder mis uñas. Tenía un mal presentimiento.
-Vamos, Mon Amour. Ten paciencia -acariciaba mi espalda tratando de calmarme.
-No entiendo que tanto discuten, lo más complicado es la parte del dinero y fui clara cuando dije que no quería nada de Gustav, ¿entonces por qué tardan tanto? -justo en ese momento el abogado entró a mi oficina.
-¿Cómo le fue? ¿Qué tanto debatían? -lo miré impaciente y él se sentó.
-Tenemos un problema, Señora.
-¿Qué pasó? -Enzo estaba igual de ansioso que yo.
-Alessandro... -lo miré confundida-. El Señor Palumbo quiere la custodia completa del niño -me tensé-. Advierte que usted no es su madre, ni biológica ni legalmente.
Y así es como solo con una frase te pueden cambiar la vida para siempre.
***
Llevaba días sin dormir pero no se lo iba a demostrar, acomodé mi pulcro traje negro y terminé de borrar mis ojeras con maquillaje. Un mensaje de texto en mi celular llamó mi atención y confirmé el contenido, Enzo había llegado por mi. Bajé las escaleras y sonreí al ver a los niños jugar en la sala de estar.
-¿Dónde están mis bebés? -los tres al notarme corrieron hacia mi y llenaron mi cara de besos.
-Mamá bonita -Alessandro tomó mi rostro con posesión y besó mi nariz.
-¿Estoy bonita? -asintió con seguridad y me regaló una sonrisa que me robó el aliento. Era tan parecido a su padre que ahora dolía. Me aliviaba saber que aún era lo suficientemente pequeño como para entender todo lo que pasaba-. Muchas gracias, amor.
-¿Ya te vas mi niña? -asentí levantándome del suelo luego de besarlos.
-Si, Enzo ya está afuera -me miró con pena y me abrazó.
-Todo saldrá bien, no te preocupes tanto -era más fácil decirlo que hacerlo. Solo suspiré.
-Muchas gracias, Nana. Ya debo irme -me despedí de los niños una vez más y me dirigí hasta la salida.
Sonreí al ver al guapísimo chico que me esperaba recostado de su auto. En las últimas semanas había agradecido más que nunca la vida de Enzo, era mi roca firme en estos momentos tan difíciles. Todo era un poco más digerible gracias a él.
-¿Acaso quieres seducir a alguien? -lanzó juguetón y volví a sonreír.
-¿Funcionaria? -asintió y beso mi mejilla.
-Sabes muy bien que si, Mon amour -dijo abriendo la puerta para mí y subí al auto.
Todo el camino el viaje estuvo envuelto por un silencio no incómodo, Enzo me conocía a la perfección y sabía muy bien que en situaciones como estas prefería interiorizar y guardar mis pensamientos para mi misma. Al llegar a nuestro destino me paso una carpeta con un montón de papeles y lo miré confundida.
-Son los documentos que prueban que eres dueña del más del noventa por ciento de D'accardi Electronics.
-Enzo, me dejaste la empresa como herencia, pero estás vivo -lancé con sarcasmo.
-Si, pero la empresa sigue siendo tuya, ya había arreglado esa situación desde antes de que supieras que no estaba muerto. Literalmente solo soy tu empleado.
-¿Por qué razón harías eso? ¿Por qué me darías tu empresa? -estaba impactada.
-¿Por qué no? Trabajo con más ímpetu cuando sé que te estoy haciendo cada vez más rica -me quedé viéndolo sin dar crédito.
- "Busca ayuda" -soltamos ambos al mismo tiempo y reímos.
-Sabía que dirías eso -espetó mirándome con amor-. Todo lo que tengo, todo lo que soy, es tuyo, es para ti -mi corazón se rebosó. Siempre que lo tenía cerca me hacía sentir que podía con todo.
-Espera un momento, si soy la dueña, ¿por qué soy la vicepresidente de mi empresa? -me miró fingiendo inocencia.
-¿Por qué hago muy bien mi trabajo? -enarqué una ceja-. ¿O que, me quieres despedir? -se acercó peligrosamente hasta mi y me sonrojé. Sonrió al ver que había conseguido lo que quería.
-Vamos, Mon amour. Ve o llegarás tarde. No te preocupes demasiado por mi, me pagas ridículamente bien y tengo horario flexible, es el trabajo de mis sueños -rodeé los ojos divertida y luego de tomar la carpeta salí del auto.
Caminaba por los pasillos y aunque era consciente de donde estaba, no podía creer hasta donde la obsesión de Gustav nos había llevado. Fui hasta el piso donde estaba pautada la reunión y vi a mi aún esposo sentado junto a su abogado, noté que Davis estaba en una llamada y me saludó a lo lejos.
Me senté frente a ellos y de inmediato me miró de pies a cabeza, no soporto por mucho la ya corta distancia que nos separaba y levantándose se sentó a mi lado. Su rápido movimiento hizo que pegara un pequeño salto y me tensara.
-Por Dios, ¿tanto miedo te doy? -lanzó dolido al ver mi reacción y miró hacia el suelo. Su abogado se levantó dándonos un poco de privacidad-. ¿Cómo fue que llegamos a esto, Bambola?
-Diariamente me hago la misma pregunta -me limité a decir.
-Toda la culpa es de D'accardi -gruñó con despreció.
-No culpes a nadie más que a ti de tus actos, Gustav. Tu empezaste todo esto, fuiste tú quien comenzó con sus celos enfermizos sin motivos, tú me lastimaste física y mentalmente. Nadie más tiene la culpa.
-Lo siento tanto -su voz rota me partió el corazón. Sabía que hablaba sinceramente, pero lamentablemente ya era demasiado tarde.
-Gustav, por favor. No hagamos esto -hice que me mirara-. Yo no estoy dispuesta a separarme de Alessandro, lo sabes. No lo expongamos a una situación tan dañina.
-Vuelve conmigo entonces -me tomó de las manos y lo miré con sorpresa-. No nos divorciemos, vayamos a terapia. Olvidémonos que todo esto pasó -alejé mis manos de él.
-¿Acaso crees que es tan fácil? -le lancé herida-. Te dejaste corroer por el alcohol y por Juliette, me engañaste con ella, me lastimaste. Gustav, te tengo miedo. ¿Cómo crees que podemos arreglar eso?
-Vayamos a terapia de pareja -repitió-. Te juro que dejaré de tomar. Ya le pedí a Juliette que abortara. Me acosté con ella pues se hizo pasar por ti y estaba tan borracho que caí en su trampa. Bambola, sabes que mi corazón es solo tuyo.
-Dios mío, escúchate -con cada palabra que soltaba me decepcionaba más-. ¿Qué culpa tiene ese bebé? Si fuiste lo suficientemente hombre para embarazarla, seelo para protegerlo.
-Dime entonces que hacer -se arrodilló frente a mi sin importarle las personas a nuestro alrededor-. Haré lo que me pidas, pero por favor, no me dejes -ambos llorábamos, era una escena lamentable, el amor puro y genuino que nos unía con tanta fuerza ya no existía más. Éramos el vivo ejemplo de que no solo el amor era importante en una relación.
-Lo siento -sollocé viendo al suelo y él escondió su cara en mi estómago apretándome con fuerza.
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Será una capítulo triste para todas las que fuimos #TeamGustav en algún momento.
¡Buenas noches! Les deseo un lindo finD'.
Si van a salir invítenme 😏
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Escógeme
Любовные романыSEGUNDO LIBRO DE LA TRILOGÍA -Debes tomar una decisión, Abigail -me miró con desesperación. Necesitaba saber la respuesta como el aire que respiraba-. ¿A quién eliges? Los observé a ambos, mi corazón latía como si recién había acabado de correr una...