Capitulo Extra (2)

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Terminé de ducharme y amarré mi cabello húmedo en los más alto de mi cabeza, no tenía tiempo ni energía para nada más. Llegue a la habitación y noté como Enzo miraba hacia la ventana, no me interesó mucho lo que observaba y simplemente seguí mi camino hacia el closet en busca de una pijama, poco después sentí sus pasos detrás de mí y volteé a verlo. Su cuerpo estaba más fornido, como si en las últimas semanas se había estado alimentando de puro hierro, y su barba estaba más larga que nunca decorando la mitad de su cara.

-¿No deberías estar trabajando junto a los Palumbo? -le lancé. Las palabras últimamente se escapaban de mi boca mucho más agresivas de lo que realmente quisiera. Suspiró.

-Abigail, Nena... -intentó dar un paso hacia mí, pero yo di dos hacia atrás. Me miró dolido.

-Debo vestirme -mi vista se dirigió hacia el suelo y di la vuelta sin dejarlo decir más. No estaba lista para escucharle decir más.

Me paré frente al espejo y acaricie la cicatriz en mi abdomen bajo. Esa simple acción hizo que lo poco que quedaba de mi corazón ahora se rompiera un poco más y me lancé al suelo a llorar. ¿Cómo es que aún podía mantenerme de pie? ¿Cómo había sobrevivido en esa miseria desde hace tres meses?

Unos brazos me atraparon cargándome, reconfortándome.

Se sentó en la cama y me coloco sobre él. Soltó mi coleta y acarició mi cara con delicadeza tratando de secar mis lágrimas aunque fue inútil, hoy era una de esas noches en las que no podía ser optimista, hoy no tenía fuerzas para ser fuerte.

-Por favor, no -dijo mientras sus ojos se humedecían-. Mon Amour, por favor, no. Nena, me estás matando.

Me abrazo con fuerza escondiendo mi cabeza en su pecho, no era consciente si era en un intento de que no me diera cuenta de que también él lloraba o simplemente no podía seguir viéndome así.

Nos quedamos así por mucho tiempo, abrazados. Acariciaba mi espalda desnuda mientras yo de a poco cedía a la caricia y me relajaba y me tranquilizaba. Me regañé al darme cuenta de que había olvidado de nuevo que él también sufría, él también había perdido sus hijos, su bebé.

Nos acomodamos en la cama y nos quedamos viéndonos de frente. Acaricié su cara con delicadeza y él cerró los ojos como si hubiera estado esperando ese simple acto de mi parte y le sonreí un poco.

-Mi esposo es el más guapo -abrió los ojos y me regalo la más linda de las sonrisas.

-Mi esposa es la más hermosa -beso mi frente y me pegó hacia él. Su olor me envolvió.

Desperté de golpe. Otra puta pesadilla había interrumpido mi sueño. Miré la hora en la mesa de noche y confirmé que había dormido por fin una noche completa.

Me volteé en busca de mi compañero de habitación, pero al parecer él no había corrido con la misma suerte. Cubrí mi desnudez con lo primero que encuentre y como todas las mañanas fui a ver si tenían alguna noticia, algo.

Tomé la perilla de la puerta que daba hacia el estudio cuando lo escuché.

-Es que esta situación es imposible -la voz segura de April retumbaba por el lugar.

Silencio.

-Esos niños valen millones de euros, ¿cuántos millones hay aqui si lo sumamos a ustedes tres? ¿A Abigial? Han pasado ya tres meses desde que están secuestrados y nadie se ha comunicado pidiendo ninguna recompensa -apreté la perilla con fuerza. ¿Por qué no entraba y participaba de la conversación?

-Me estás poniendo nervioso, April. ¿Cuál es tu punto? -la paciencia no era la mayor virtud de mi esposo.

-Debemos pensar más allá, ¿quién querría tener los niños más no sacar ventaja de ellos?

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