Capítulo 18

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Con las semanas la nueva normalidad iba haciéndose costumbre y de a poco estaba tomando el total control de mi vida. Trabajaba en las oficinas de D'accardi Electronics sólo algunos días por semana, lo que significaba que ahora tenía mucho más tiempo para hacer actividades que antes me parecían imposibles.

Salí de una reunión con el comité encargado de la próxima feria de la empresa y sonreí satisfecha, había elegido las personas correctas para cada trabajo y aunque aún podíamos jugar con el tiempo, todo estaba yendo de viento en popa.

Me dirigí hasta mi oficina para seguir trabajando, pero una llamada interrumpió mi labor de manera repentina. Contesté encantada al ver ese nombre en la pantalla de mi teléfono.

-Pensé que habías olvidado que tenías una ex prometida e hijos -dije coqueta y lo escuché reír.

-Ayer comí con mis hijos, ¿no te lo dijo Nana?

-Chico, nada se hace en esa casa sin que yo sepa.

-Debes admitir que esa casa que mencionas ha sido el mejor regalo que te han hecho - lanzó orgulloso.

-Bueno, Enzo me regaló un imperio multimillonario, así que ahora no estoy muy segura de eso -espeté sabiendo muy bien cuál sería su reacción.

-D'accardi, maldito hijo de puta -gruñó y reí a carcajadas.

-¿Me llamabas solo para cagarte en Enzo?

-Es un buen motivo, pero la verdad no. Necesito que me hagas un pequeño favor -su voz cambió ahora a una más sumisa-. ¿Puedes cuidar a Abilene por mi? Es que le prometí a Rubí que me quedaría con la bebé un par de días a la semana mientras ella supera su depresión postparto y pues hoy es uno de esos días, pero tengo una reunión que no puedo aplazar. Solo serán un par de horas como mucho.

-Sabes que yo encantada, pero no creo que tu mujer esté de acuerdo con tu plan.

-Estará de compras con sus amigas, créeme, no se enterara.

-Adelante, entonces -sonreí.

-Pues ven por ella, estamos abajo -dijo el descarado y rodé los ojos.

-¿Qué ibas hacer si te decía que no?

-Te rogaría, obviamente -negué divertida y fui por mi lindo encargo.

La tarde avanzaba y mi casi tocaya y yo lo estábamos pasando muy bien, habíamos comido juntas y ahora ella me ayudaba a decidir el país en donde se haría la próxima feria, debía admitir que aunque solo tenía unos pocos meses de vida tenía buen gusto.

-Mon amour, ¿cenamos juntos? -la cara de Enzo se desencajó un segundo cuando vio el asiento de la bebé sobre mi escritorio-. ¿Te robaste un bebé, Abigail? -lo miré mal.

-¿Por qué me robaría una bebé si tengo tres hijos? -se encogió de hombros y se acercó para verla.

-¡Oh! -exclamó-. Es Giancarlita, son idénticos -reí, era cierto, su pelo rubio y sus hermosos ojos verdes la delataban.

-¿Quieres cargarla? -se alejó de inmediato.

-Ni loco, está aún muy cruda.

-¿Cruda?

-Esta muy pequeña, Abigail.

-¿Si tienes hijos no los cargaras? -enarqué una ceja.

-Si, cuando tengamos hijos los cargaré cuando tengan unos diez años.

-¿Por qué pones "tengamos" e "hijos" en plural en una misma oración? Yo máximo tendré un hijo más, Enzo.

-Ya sabes lo que dicen, solo el primer hijo es deseado -rodeé los ojos.

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