-Buen día, Nana -me estiré un poco y alcancé la taza de café que me pasaba.
-Buen día, mi niña. ¿Dormiste bien? -asentí con una media sonrisa. Ambas sabíamos que era mentira.
-¿Aún no despiertan los niños? -pregunté extrañada. Ya para esta hora habían desayunado unas dos veces.
-Si, están afuera ayudando a Paco -reí. Pobre hombre.
Pedí que llevaran nuestro desayuno al jardín y fui a su encuentro. Los vi desde lejos y no pude evitar sonreír, mis tres tesoros estaban enormes.
Las niñas eran idénticas a su padre y solo habían heredado de mi parte los ojos y él carácter y mi príncipe, era una fina combinación de Marie y Gustav, no conocía a nadie más dulce que él.
-¿Dónde están mis bebés? -grité y al percatarse de mi presencia fueron corriendo hacia mí, les facilité las cosas bajando a su altura. Un montón de besos por toda mi cara recargaron mi energía.
-Mamá, una flor -una de las niñas extendió una de sus manitas hacia mi y me enseñó un lindo girasol.
-¡Wao! -la miré fingiendo sorpresa-. ¿Y cómo se llama la flor de hoy?
-¡Lilasoles! -gritó eufórica y empecé a reír.
-¡Girasoles! -le corregí con una sonrisa-. Los girasoles son las flores favoritas de mamá, ¿lo sabías?
-Shi -dijo con seguridad viendo su flor y volví a reír.
-Es hora de desayunar, vamos -dije levantándome-. Vayan a lavarse las manos, por favor -tan obedientes como siempre, salieron disparados hasta la cocina llamando a Nana.
-Buen día, Paco. ¿Cómo se encuentra hoy?
-Bien, señora. Siempre que esté cerca de hermosas flores, buena tierra y espacio, me encontraré bien -sonreí. Paco era un señor mayor, dueño de unos de los viveros más importantes de la ciudad y se le podía ver como cualquier otro jardinero, plantando sus flores y decorando jardines.
-Están hermosas, estas son mis favoritas -me acerqué para verlas con mayor detalle.
-Eso me comentó el señor, por eso pondré más empeño para que sean las protagonistas -me limité a asentir y sonreí.
Gustav sabía que la había cagado y como era consciente de que enviarme flores ya no sería suficiente, contrató a Paco para que plantara en el jardín un tipo de flor diferente cada día.
Desde esa noche no nos habíamos visto o cruzado palabra, curiosamente surgió un viaje de negocios al día siguiente, era obvio que ahora no sabría como verme a la cara.
Enzo, por su parte, había cumplido su promesa y no me había llamado o texteado desde ese día que nos despedimos en su oficina, trataba de no pensar en él y sumergirme en trabajo, pero no siempre funcionaba, mucho menos después de la decepción que mi supuesto esposo me había causado.
Desayunamos y luego de la sesión de "besos a mamá" del día, fui a prepararme para ir trabajar.
-¿Sabes qué es lo más curioso? Que Juliette me advirtió que esto pasaría.
-Me dijo que debía cuidarte, que no podía olvidar tus raíces y de donde te había sacado. ¿Es que acaso mi fortuna no es suficiente para ti? Puedo trabajar más y hacerla crecer como la de D'accardi, ¿eso sería suficiente para ti?
Esa maldita conversación se repetía en mi cabeza una y otra vez y aunque lo había escuchado por mi misma y nadie me lo había contado, era algo que no podía creer que había salido de la boca de Gustav.
-¿Señora? -escuché a lo lejos-. ¿Señora Russo? -miré a mi asistente algo perdida.
-¿Si? Perdón. ¿Qué pasa? -sonrió al ver que había conseguido por fin mi atención.
-Hay un caballero buscándola, no tiene cita, pero dice que vino a verla desde muy lejos por un asunto urgente. ¿Lo agendo para otro día o dejo que pase unos minutos?
-Deja que pase -no tenía nada mejor que hacer y moría de la curiosidad. La chica se marchó y segundos después mi oficina se iluminó de repente, un hombre alto y guapo me sonrió algo nervioso.
-¿Te acuerdas de mi, perra? -dijo con una timidez que no reconocía en él.
-¡Daddy! -sonreí eufórica y sinceramente feliz, no era consciente hasta ahora de cuánto lo extrañaba. Me acerqué a él y lo abracé con cariño-. ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí? -le ofrecí sentarse en unos de los sofás y me obedeció.
-Solo mírate, Abi -me miró de arriba abajo orgulloso-. Eres todo una mujer de negocios -rodé los ojos divertida.
Sin perder el tiempo empezamos a hablar y a actualizarnos. Me dolió escuchar que La Xtravaganza estaba pasando por un muy mal momento, pues algunas decisiones que había tomado Karlo no habían sido las correctas administrativamente hablando.
-No puedo creerlo, pensé que estaban en su mayor apogeo, es un buen momento para los clubes como esos.
-Abigail -me miró con los ojos llenos de melancolía-. Karlo no tiene ni idea de qué estoy aquí, sabes lo orgulloso que es y nunca pediría ayuda, pero no podemos permitir que el club cierre así, sin al menos intentarlo.
-Estoy de acuerdo -pensé un momento y después de un rato sonreí viéndolo. El me miró confundido.
-¿Qué? -preguntó y me levanté yendo hasta el teléfono en mi escritorio, luego de marcar unas cuantas teclas escuche la voz de Dylan al otro lado de la línea.
-¿Qué haces el viernes? -lancé juguetona-. ¿Por qué no recordamos los viejos tiempos? ¿Nos vemos en La xtravaganza a las diez?
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¿Me recomiendan algunas canciones con las que se puede bailar en el tubo?
Es para una tarea 🙈
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Escógeme
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA TRILOGÍA -Debes tomar una decisión, Abigail -me miró con desesperación. Necesitaba saber la respuesta como el aire que respiraba-. ¿A quién eliges? Los observé a ambos, mi corazón latía como si recién había acabado de correr una...