Epílogo

4.1K 260 84
                                    

Abigail

-Abigail, ¡por Dios! Abre la puerta -mi amiga tocaba la puerta de mi habitación de hotel desesperada.

-April, maldita sea. Estoy bien, solo necesito estar sola unos minutos -solté como pude y mordí mi labio para evitar que un gemido saliera de mis labios.

-No te estarás arrepintiendo por lo que te dijo Gustav anoche, ¿cierto? -mi chico salió de entre mis piernas y me miró con una ceja enarcada. Negué viéndolo segura y lo obligué a seguir comiendo mi vagina.

-April, Enzo está aquí... -lancé ya fastidiada.

-¿Qué mierda hace ahí? No debería verte con el ves...tido -silencio-. ¡Oh, oh! -la escuché decir cuando al parecer entendió lo que pasaba-. Lo siento, lo siento. Vuelvo más tarde.

Mi chico se levantó y me besó con desesperación mientras yo quitaba el pantalón de su traje, definitivamente no había sido una buena idea dejar de hacerlo unas semanas antes de la boda para que la luna de miel sea especial, pues esta mañana al despertar estaba mucho más caliente que nerviosa.

Inmediatamente logré liberar su erección, me acomodó a cuatro patas sobre la cama y levantó mi lindo vestido de bodas con cuidado para meterla con todo, sin anestesia, justo como sabía que me encantaba.

-¡Oh, Dios mío! -gemí y lo escuché reír mientras acariciaba mi espalda desnuda.

-No llames a Dios si estás pecando de esta manera, Mon amour.

Sus movimientos de cadera me estaban matando y estaba a punto de cancelar la boda para poder quedarnos ahí y que me siguiera cogiendo todo el día.

Seguimos así varios minutos más y nuestra liberación llegó al mismo tiempo. Por nuestros gemidos creo que todo el hotel se había enterado, pero no nos importó una mierda.

-¿Y si dejamos a todos plantados y nos casamos en Las Vegas? -lanzó juguetón mientras tratamos de acomodar nuestra ropa.

-Ya nos casamos en Las Vegas, Enzo -ambos reímos. Justamente hoy cumplimos tres meses de haber tomado la mejor decisión de nuestra vida, literalmente esta solo era una ceremonia para sellar la alianza ante Dios.

Mi esposo salió de la habitación para que las chicas de maquillaje y peinado pudieran hacer su trabajo con libertad y poco después estuve lista.

Una de las hermosas playas de República Dominicana que una vez usamos como de refugio, ahora servía de foco para anunciarles a todos nuestra unión. Caminé de la mano de Dylan hacia el altar y me sentí plena y feliz. Fuimos muy meticulosos en la selección de nuestros invitados y solo nos acompañaban personas que estaban genuinamente felices por nosotros.

Enzo me recibió con una mirada preñada de amor y me besó lentamente, todos rieron cuando el sacerdote nos miró con desaprobación.

La ceremonia fue hermosa y el clima como era de esperarse no nos decepcionó, justo acabamos de hacer el amor y sonreí al ver al durmiente a mi lado.

Era increíble darse cuenta que las historias de amor no tienen ningún patrón fijo. Nadie nunca nos enseña a ser pacientes, a dejar que las cosas fluyan bajo su propio rumbo. Las novelas, películas o cuentos de hadas nos han hecho creer que en la vida solo se puede tener un gran amor y que hay que aferrarse a él bajo cualquier circunstancia, pero muy pocas veces te muestran que hay después, quién es la persona que está después.

En retrospectiva no me arrepiento de absolutamente nada, pues cada paso que di, por más insignificante que haya sido, me llevó a ser la persona que ahora era, si quisiera borrar incluso lo malo, se que mi vida sería totalmente diferente.

EscógemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora