Capítulo 5

3K 237 33
                                    

Me quedé helada. ¿Acaso era otro maldito sueño? ¿Por qué mi mente estaba tan empeñada en dañarme? Lo vi acercarse y me alejé por inercia, se detuvo de inmediato. No recordaba haber temblado de esta manera antes.

-Mon Amour... -lo escuché, pero aún no era consciente si lo que veía era real.

-¿Estás aquí? - pregunté y esta vez empecé a caminar yo hasta él. Tenía que tocarlo.

Mis pasos se aceleraban mientras más cerca lo tenía, si era un juego sucio de mi imaginación al menos quería verlo en la menor distancia posible. Me paré frente a él y mis manos temblorosas viajaron hasta su cara, nuestros ojos se entrelazaron por primera vez después de tanto. Definitivamente era él, nadie me miraba de esa manera.

Lágrimas de alivio empezaron a rodar por mis mejillas, había pedido tanto por este día, este día que creía imposible. Me regaló una hermosa sonrisa al ver mi reacción, pero de repente, sentí como toda la frustración, desesperación y dolor que había pasado por pensarlo muerto empezaba a brotar por cada poro de mi piel.

-¿Cómo pudiste? -grité-. ¿Como mierda pudiste hacerme eso? -sin poder evitarlo comencé a golpear su pecho con todas mis fuerzas. Estaba tan feliz de poder lastimarlo aunque sea un poco, eso significaba que estaba vivo.

-Abigail, cariño. Cálmate por favor -intentó tranquilizarme abrazándome con todas sus fuerzas, pero yo seguía sin poder parar de llorar.

-¿Cómo pudiste? -le repetí mientras escondía mi rostro en su pecho-. No puedes imaginarte todo lo que pasé -tomé fuerte su camisa, como si temiera que se fuera a ir de nuevo.

No dijo nada, solo me tomó por el culo y mis manos viajaron hasta su cuello. Empezó a caminar y me dejó sobre el desayunador de la cocina y sin poder esperar más, embistió mis labios de manera salvaje. Estaba segura que justo en este momento no me besa con amor, era pura necesidad. Mentiría si dijera que no le respondí de la misma manera.

Cuando el aire nos obligó a separarnos junto su frente con la mía.

-Me matas y me salvas cada tanto, Abigail -jadeó aún sin aire.

-¿Dónde estabas? -pregunté y me abrazó sin esfuerzo aprovechando que estábamos a la misma altura.

-En el hospital -me separé e hice que me mirara.

-¿En el hospital? -asintió.

-Una de las tantas balas que me alcanzaron ese día, me daño bastante. Estuve en coma unos meses, con muy pocas esperanzas de volver a despertar -lo miré asustada.

-¿Por qué nadie me dijo nada? Cielo santo, Enzo.

-Una de las cláusulas en mi testamento especula que ante un suceso así, mi abogado tendría el poder legal de desconectarme si no lograba despertar en un mes. Gracias a Dios no tuvo el valor de hacerlo en tan poco tiempo y me dio unos meses más a ver si lograba recuperarme.

-¿Pero porque mierda nadie me dijo nada? -chillé enojada sin poder parar de llorar-. Hubiera estado ahí, cuidándote -sonrió un poco secando mis mejillas húmedas.

-Estaba consciente que secuestrándote me ponía en grave peligro, por eso cambié mi testamento lo más pronto que pude y en una de las reuniones con mi abogado, le pedí como un favor personal, que si algo me pasaba me dejara morir con dignidad. El sabía muy bien que odiaría que me vieras así. Solo él y el grupo selecto de doctores y enfermeras que me atendió sabían que aún estaba vivo.

-¿Entonces por qué no me llamaste cuando despertaste? -le regañé dolida.

-Al despertar recibí la terrible noticia de que probablemente nunca volvería a caminar -su declaración me rompió el corazón. Había pasado por todo eso solo.

-Esa no fue mi pregunta, Enzo -me miró.

-No iba a dejar que me vieras en esas condiciones, sabía bien que si te enterabas por lo que estaba pasando irías y te quedarías conmigo. No podía permitir que dañaras tu vida por estar al lado mío -mi enojo volvió y lo abofeteé con rabia.

-Eres un estúpido egoísta -escupí molesta y me miró con sorpresa-. ¿Es que nunca pensaste en cómo me sentía yo? ¡Estaba al borde del colapso, Enzo! Todos estos meses estuve yendo a psicólogos, haciendo yoga, fingiendo estar bien para que tu puto imperio no quebrara aunque yo me estaba muriendo por dentro, ¿y ahora vienes de la nada a decirme que tuve que pasar por toda esa mierda porque tu no querías que te vieran en silla de ruedas?

-Mon amour, lo sé. Lo siento pero...

-¡Pero nada! Los dos pudimos pasar todo este tiempo mucho mejor si hubiéramos podido apoyarnos el uno con el otro. Pero tú tomaste esa decisión solo, como siempre. No se ni siquiera porque me sorprende.

-Abigail, escúchame.

-Vete... -lancé mirando a otro lado y sentí como todo su cuerpo se tenso.

-¿Amor?

-Por favor, déjame sola. Ahora tengo demasiadas cosas en la cabeza.

-Habla conmigo, cariño -dijo desesperado-. Yo se que quizá no tomé la mejor decisión, pero nos amamos, de eso estoy seguro. Se que podemos arreglar esto.

-Ya es muy tarde para eso, Enzo.


-----------------------------------------------------------------------------------------

Dedicado para todos lo que me pedían otro capítulo. ¿Qué les puedo decir? Soy débil cuando se trata de ustedes.

!Besitos!

❤️

EscógemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora