Enzo
-Ten paciencia, ten paciencia -gruñí imitando erróneamente su voz-. Es la única puta cosa que me dices. Estoy vivo, ¿sabes?
-Irónico que digas eso tu -rodé los ojos. Creo que me guardaba algún tipo de rencor.
-No puedes imaginarte lo difícil que es tenerla cerca después de tanto tiempo y ni siquiera poder besarla.
-Debes dejar que ella sea quien se acerque a ti, D'accardi -dijo con serenidad-. Un divorcio es un divorcio, por más rota que haya estado la relación. La sensación de pérdida es dolorosa, mucho más con todo lo que ha pasado esa chica -me miró-. Ya no es un consejo de tu doctora, es una advertencia. Deja a Taylor en paz. Cuando ella esté lista vendrá a ti.
-¿Y si nunca vuelve? -lancé el peor de mis miedos-. Más que la necesidad de poder tocarla, esta mi miedo a que, cuando acabe todo esto, simplemente quiera desligarse de toda nuestra mierda y solo se marché.
-Justo eso le aconsejé esta mañana -si las miradas mataran ella estaría muerta y yo preso-. Lo siento, pero no puedo condicionar su tratamiento por lo que quieras tú, Enzo. Es lo mejor que ella puede hacer por sí misma -suspiró y puso a un lado sus apuntes.
-Estoy a punto de romper muchísimas reglas éticas, pero vamos, yo sabía que eso pasaría en algún momento desde que acepte que tú también fueras mi paciente -la miré con curiosidad.
-Enzo, Abigail por circunstancias de la vida, se crió prácticamente sola, sus padres murieron prematuramente y eso definió completamente su personalidad.
-Ella es celosa, pues siente que la vida siempre le arrebata lo bueno y es su forma de cuidarlo. Es sumamente impulsiva, nadie le enseñó a controlar su estrés, su enojo. Es dependiente, no sabe que también puede ser feliz estando sola, está buscando el amor, el efecto y la atención que solo sus padres podían darle. Probablemente sienta ese vacío para toda la vida.
-Si adobamos estos problemas y los mezclamos con todo lo que ustedes, no solo Gustav, los tres, le han hecho, me sorprende que aún no se haya descompensado la pobre.
-Uno, la sacó de la estabilidad que tanto años le había costado construir y la trajo aún continente complemente diferente a base de mentiras, la uso para lo que quería y luego se casó con otra. Le dio a cuidar a su bebe huérfano de madre y ahora se lo quiere arrebatar simplemente para joderla. La hirió mental y físicamente.
-El otro quiso ser un superhéroe y salvarla, pero una vez más la dejó, pues no estaba seguro si amaba o no a su esposa, la esposa que se suponía estaba muerta. Incluso tuvo que lidiar con ella, la tuvo que aceptar en su propia casa.
-Y tú -me miró y me tensé. Sabía que no sería menos cruel conmigo -. La secuestraste por varios meses alejándola de sus bebés, fingiste que estabas muerto, luego apareciste cuando su vida una vez más parecía estar tomando rumbo y luego volviste a desaparecer. Le dejaste tu empresa y tus responsabilidades, ya sabes, para que se fuera entreteniendo.
-Así que, si, en mi opinión profesional y personal debería alejarse de todos ustedes y de toda su mierda -suspiré. Me había bombardeado con toda esa información y ahora solo quería salir corriendo de ahí para ir a abrazar a mi pobre chica.
-¿Qué puedo hacer por ella? -estaba evidentemente desesperado-. Haré cualquier cosa, pero no me pidas que me aleje de ella -se quedó mirándome como si la respuesta fuera obvia y rodó los ojos.
-Se su casa, el lugar donde quiera ir cuando se sienta rebosada, cuando ya no pueda más. Ese sitio al que vaya cuando quiera estar sola, con la compañía de alguien que solo esté ahí para ella, en silencio, sin decir nada. Ayúdala a sanar completamente. Cuando esté lista, será una mujer maravillosa que te pagará con su vida, te dará todo de ella.
-Lo haré -era lo menos que merecía.
Abigail
Trabajaba para mantener mi mente ocupada en otra cosa que no fuera el divorcio, pero a su vez, el trabajo me daba aún más estrés del que ya tenía. Extrañaba mi simple trabajo en el ballet con las niñas.
Me dirigía hasta mi oficina luego de participar de una aburrida reunión en la que tuve que cubrir a Enzo, mientras masajeaba mi cabeza tratando en vano de calmar el fuerte dolor que sentía, pero por primera vez en todo el día sonreí al llegar y ver la divertida escena que me esperaba en mi sala de espera.
-Si dieran un premio por la recepción más incómoda en toda Italia seguro ganarían todos los premios -lancé divertida al ver a Enzo mirando a Giancarlo con cautela y a Carlos y Julio imitando su acción. Al verme, los cuatro hombres se pusieron de pie.
-Hey, tranquilos. Soy yo, no la Reina Isabel -caminé hacia ellos y los miré-. ¿Qué hacen todos aquí?
-Vine a verte -los Palumbo dijeron al unísono y enarqué una ceja.
-¿Quién llegó primero?
-¡Yo! -volvieron a lanzar al mismo tiempo y rodeé los ojos.
-Agata, ¿uno de los dos hizo una cita conmigo para esta hora? -mi asistente estaba nerviosa con el derroche de testosterona y sólo negó. Sonreí aliviada.
-Solo recibo a mis hijos sin una cita previa, lo siento -me despedí de ambos con gracia y me dirigí hasta mi oficina. Me miraron pasmados sin dar crédito.
-Ah, y por favor -volteé a verlos una vez más-. Si también van a dispararse esta vez, procuren hacerlo fuera de este edificio y morir, morir de verdad. Pasen linda tarde -les regalé mi sonrisa comercial y entré a mi despacho.
--------------------------------------------------------------------------------------------
Ya extrañábamos a esta Abigail, ¿no?
Y como ya es costumbre, cuéntenme, ¿que hicieron hoy?
![](https://img.wattpad.com/cover/281580703-288-k43899.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Escógeme
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA TRILOGÍA -Debes tomar una decisión, Abigail -me miró con desesperación. Necesitaba saber la respuesta como el aire que respiraba-. ¿A quién eliges? Los observé a ambos, mi corazón latía como si recién había acabado de correr una...